La declaración conjunta de Beijing y Moscú enfatiza el rechazo a la expansión de la OTAN y la adhesión al principio de “una sola China”. Ambos países buscan evitar el avance del imperialismo.
10 de febrero de 2022 | 11:08
Vladímir Putin es el primer líder extranjero que se reune con el presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, desde el inicio de la pandemia en 2020. El mandatario ruso participó en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno tras mantener una importante reunión con su homólogo chino. El diálogo entre Xi y Putin se centró en las relaciones bilaterales ruso-chinas destacando la cooperación económica, comercial y energética.
Este encuentro se produce en un momento crítico de las relaciones entre Rusia, Estados Unidos y la OTAN. La tensión en torno a Ucrania no se ha rebajado y las negociones sobre las garantías de seguridad a largo plazo propuestas por Moscú todavía no han llegado a conclusiones satifactorias para las partes. Beijing tampoco es optimista sobre el entendimiento con Washington en la región Asia-Pacífico.
La buena sintonía entre Rusia y China ha venido fraguándose tras años de encontronazos y disputas con Estados Unidos y, por la parte de Moscú especialmente, con algunos de los vecinos en la Unión Europea. La UE ha quedado reducida a un socio menor en la visión compartida que Xi y Putin han presentado sobre la gobernanza global.
La “Declaración Conjunta de la Federación Rusa y la República Popular China sobre las Relaciones Internacionales Entrando en una Nueva Era y el Desarrollo Sostenible Global” es un amplio documento que aborda diversos aspectos sobre las preocupaciones en materia de seguridad y los principios que habrían de regir las relaciones entre los estados. Destaca, sin lugar a dudas, el apoyo mutuo que los socios muestran ante cuestiones que afectan particularmente a cada uno de ellos:
“La parte china trata con comprensión y apoya las propuestas presentadas por la Federación Rusa sobre la formación de garantías de seguridad legalmente vinculantes a largo plazo en Europa.”
“La parte rusa reafirma su adhesión al principio de “Una China”, confirma que Taiwán es una parte integral de China y se opone a la independencia de Taiwán en cualquier forma.”
Las dos potencias aseguran que las “relaciones interestatales ruso-chinas son superiores a las alianzas político-militares de la era de la Guerra Fría”. El texto señala que “el fortalecimiento de la cooperación estratégica bilateral no está dirigido contra terceros países”, ni hay restricciones de ningún tipo para la cooperación entre ambos. Beijing y Moscú acuerdan la coordinación de sus políticas exteriores con el fin de: “Implementar el verdadero multilateralismo (…) mantener el equilibrio de poder internacional y regional y mejorar la gobernanza global.”
En su idea sobre el multilateralismo la ONU y su Consejo de Seguridad, del que tanto Rusia como China forman parte, han de tener un papel de coordinación para alcanzar el objetivo de “promover la democratización de las relaciones internacionales” bajo el marco del derecho internacional. Los dos estados son contrarios a la idea la “democracia” como una visión puramente occidental: “La democracia es un valor humano universal, más que un privilegio de un número limitado de Estados.” Critican que “ciertos Estados” traten de imponer sus propias normas democráticas a otros y, según criterios puramente ideológicos se formen bloques excluyentes. Califican estas acciones como “ejemplo de pisoteo de la democracia”. Aunque no mencionan directamente a Estados Unidos, la declaración ruso-china es tajante al evaluar como una amenaza grave para la paz y la estabilidad los intentos de actuar “como una potencia hegemónica”.
Precisan que cada pueblo tiene el derecho de implementar los mecanismos democráticos que mejor se adapten a sus características y han de ser los propios ciudadanos los que determinen si su estado es democrático o no. Rusia y China defienden firmemente “la soberanía estatal y la integridad territorial, y se oponen a la injerencia de fuerzas externas en sus asuntos internos.” Subrayan que no se debe utilizar la excusa de la protección de la democracia y los derechos humanos para presionar a otros países. Asimismo, rechazan las revoluciones de color y los intentos de desestabilizar las regiones adyacentes. Siguen esta misma línea al hablar del terrorismo y se oponen a la politización de los temas de lucha contra este fenómeno. Lanzan una condena clara contra la intromisión en los asuntos internos de los estados “con fines geopolíticos” mediante el uso de “grupos terroristas y extremistas” o por la lucha contra el terrorismo. Abogan, en este ámbito, por ampliar la funcionalidad de la Estructura Antiterrorista Regional de la Cooperación de Shanghai (OCS). Otro de los aspectos que menciona el texto es la vigencia del orden mundial establecido tras la Segunda Guerra Mundial y el rechazo de los intentos de “falsificar la historia”.
Estados Unidos y la seguridad
El documento recoge una serie de preocupaciones comunes sobre las amenazas al sistema de seguridad mundial y hacen meciones directas a Washington en la Declaración. Los principales puntos que destacan son:
Se oponen a una mayor expansión de la OTAN y piden a la Alianza del Atlántico Norte que abandone los enfoques ideológicos de la era de la Guerra Fría.
Ningún Estado puede ni debe garantizar su seguridad aislado de la seguridad del mundo entero y a expensas de la seguridad de otros Estados. Rusia ha insistido en sus demandas a EE.UU. y la OTAN en el acuerdo de la OSCE sobre el principio de “indivisibilidad de la seguridad”.
Las partes expresan su preocupación por el avance de los planes de EE. UU. para desarrollar una defensa antimisiles global y desplegar sus elementos en varias regiones del mundo y el desarrollo del potencial de armas no nucleares de alta precisión para ataques de desarme y otras tareas estratégicas
Piden a Estados Unidos que responda positivamente a la iniciativa rusa y abandone los planes para desplegar misiles terrestres de alcance intermedio y más corto en la región de Asia-Pacífico y Europa.
El Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares es la piedra angular del sistema de desarme internacional y la no proliferación nuclear.
Sobre las acciones militares en el espacio ultraterrestre: Se opondrán a las actividades encaminadas a lograr la superioridad militar en el espacio y utilizarlo para operaciones de combate. Instan a formalizar un compromiso para prevenir una carrera armamentista en el espacio ultraterrestre.
En referencia al uso de armas bacteriológicas: Rusia y China proponen un mundo libre de armas químicas y hacen un llamado a todas las partes de la Convención sobre Armas Químicas –organización que consideran politizada– para que defiendan conjuntamente su credibilidad y eficacia. Además, consideran que las actividades biológicas militares nacionales y extranjeras de los Estados Unidos y sus aliados plantean serias preocupaciones y preguntas en la comunidad internacional con respecto a su cumplimiento.
El papel de las organizaciones regionales
China ha estado tratando, sin demasiado éxito, de aumentar la coordinación entre la Unión Económica Euroasiática, encabezada por Rusia, y la iniciativa china One Belt, One Road. Se ha expresado la intención de aumentar la cooperación en este nivel. Además, los socios quieren “fortalecer integralmente la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y mejorar aún más su papel en la configuración de un orden mundial policéntrico”. Defienden el sistema multilateral de comercio basado en el papel central de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y consideran el formato G20 como una plataforma idónea para tratar cuestiones referentes a la cooperación internacional.
Se menciona también a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y declaran su intención de profundizar esta asociación estratégica. Este formato no ha destacado en los últimos años por sus iniciativas y actividades.
Sin lugar a dudas una de las cuestiones más interesante que se plantea en la Declaración es la intención de formalizar la cooperación en un potente formato que vincularía a Rusia, China e India. Aunque no se aporta información adicional sobre ello, se trata de un desafío importante en el que Moscú podría tener un papel destacado, habida cuenta de los problemas que aquejan las relaciones chino-indias. Por otro lado, tratarán de fortalecer la interacción conjunta en foros como la Cumbre Asia Oriental y la ASEAN. Las dos potencias consideran, precisamente, que la ASEAN debe tener papel central en el desarrollo de la cooperación en el este de Asia. Ambos países apuestan por la idea de establecer un sistema de seguridad “abierto e inclusivo en la Región de Asia y el Pacífico (APR) que no esté dirigido contra terceros países”.
Rusia y China muestran su preocupación por la formación de estructuras de bloques cerrados y campos opuestos en la región de Asia-Pacífico y están “muy atentos al impacto negativo sobre la paz y la estabilidad de la estrategia de Estados Unidos en el Indo-Pacífico”. Para Putin y Xi la creación del AUKUS por parte de EE. UU., Reino Unido y Australia junto a “su decisión de iniciar la cooperación en el campo de los submarinos nucleares” provoca riegos de iniciar una carrera armamentística en la región. Piden a los miembros de esta nueva asociación que cumplan fielmente con sus obligaciones sobre la no proliferación nuclear.
El documento señala también cuestiones referentes al cambio climático y los dos estados reafirman su compromiso con la Convención Marco de las Naciones Unidas, pero “se oponen a la creación de nuevas barreras al comercio internacional con el pretexto de combatir el cambio climático.” Moscú y Beijing son favorables la cooperación en cuestiones de gobernanza en el campo de la inteligencia artificial. Por otro lado, apoyan la internacionalización de la gestión de Internet, pero “consideran inaceptable cualquier intento de limitar su derecho soberano a regular y garantizar la seguridad de los segmentos nacionales de la Red”.
Fuente: Descifrando la Guerra.
Comments