Se publico este martes el informe del Indec donde se ve reflejada la perdida del poder adquisitivo frente a una enorme inflación acumulada. Así, los incrementos salariales correspondientes a junio, de un 2,3% en promedio, quedaron por debajo de los aumentos en los bienes de consumo del período, que alcanzan un 3,2%.
12 de agosto de 2021 | 12:40
Este martes 10 de agosto se publicaron nuevas estadísticas del Indec. Las mismas reflejan, una vez más, de que la pérdida del poder adquisitivo de los salarios frente a la inflación se sigue acumulando. Los incrementos salariales correspondientes a junio, de un 2,3% en promedio, quedaron por debajo de los aumentos en los bienes de consumo del período, que alcanzan un 3,2%, mientras que la inflación de julio, según las consultoras que participaron del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que realiza el Banco Central, se habría ubicado en el 3%, por debajo del 3,2% de junio.
De esta manera, el primer semestre del año acumuló una inflación minorista del 25,3% y del 50,2% en los últimos 12 meses. Con el aumento registrado en julio, la inflación acumulada en los primeros siete meses del año se acercaría al 29%, que fue el nivel estimado por Martín Guzmán para todo 2021 en la ley de Presupuesto. El mes con mayor inflación se registró en marzo con un pico del 4,6% y desde entonces hubo una leve tendencia hacia la baja. Sin embargo, algunos precios de mantienen planchados como es el tipo de cambio oficial que aumenta al ritmo del 1% mientras que la inflación se mantiene por valores cercanos al 3% mensual.
Los propios números oficiales confirman que la variable de ajuste ante el desarrollo de la crisis son los salarios, las jubilaciones y los planes sociales. En ese mismo sentido se anota el misero aumento del próximo mes a los haberes previsionales de un 12,3%, con una jubilación mínima que siquiera alcanza a la línea de indigencia. Similar suerte corre la asistencia social, donde los planes sociales que encubren relaciones laborales en el Estado como contraprestaciones no alcanzan en muchos casos ni la mitad de la canasta básica alimentaria, es decir, son retribuciones que no llegan ni a la mitad de la línea de indigencia.
El jueves pasado, el ministro de Economía Martín Guzmán dijo que la baja de la inflación es una “responsabilidad colectiva”, al asegurar que el trabajo para reducir el ritmo de aumento de precios recae además de en el Estado, en el sector privado y en los sindicatos. “Poder resolver la inflación de una forma virtuosa requiere de eso”, dijo el funcionario.
Lo cierto es que en la campaña electoral del Frente de Todos no hay referencia a los millones de argentinos que tienen salarios de pobreza e indigencia, o ni siquiera tienen trabajo. Una situación que se agudizó exponencialmente durante la cuarentena, a pesar del “decreto antidespidos” que nadie cumplió, empezando por el propio gobierno. Es mas, en plena campaña Fernández postula que “hay una mejoría” respecto a la cuestión; que se están recuperando puestos de trabajo, pero las estadísticas (incluso las oficiales) desmienten su relato: la propia Afip certifica que la mitad de los puestos recuperados en el último tiempo fueron inscriptos bajo la figura del monotributo de pequeños contribuyentes. Es decir que no solo avanza la pobreza, la miseria, el hambre, la indigencia y la desocupación; también avanza la liquidación de los convenios colectivos de trabajo, los derechos y las conquistas laborales.
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