Mientras el país atraviesa una profunda crisis, el ministro de economía Martín Guzmán está de gira por Europa concentrado en las negociaciones con el Club de París y el FMI para acordar el repago de la deuda.
12 de abril de 2021 | 20:51
Mientras la segunda ola augura un inminente colapso sanitario en Argentina, Martín Guzmán está de gira por Europa concentrado en las negociaciones con el Club de París y el FMI para acordar el repago de la deuda. El viaje de Guzmán a Europa fue tiene como prioridad que la Argentina no entre en default con el Club de París. La preocupación del mercado es que los 2.400 millones de dólares de vencimientos con el Club de París ponen al país al borde del default nuevamente y la negociación de una postergación de los pagos asoma adversa. En primer lugar, no hay acuerdo con el Fondo Monetario Internacional al que acoplar la refinanciación de la deuda. Y este es uno de los seis principios que el Club de París aplica a sus deudores.
Otro de los requisitos que pide es que el país tenga un programa de reformas estructurales para hacer factible el repago de las deudas, algo que Guzmán no tiene, ni puede tener porque tanto Alberto Fernández como Cristina se oponen a ese tipo de programas.
En Europa, el ministro de Economía participó de la asamblea de primavera (boreal) del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial con la clara intención de pedir una reasignación de los 650.000 millones de dólares que se repartirán con los llamados Derechos Especiales de Giro -que se emiten con la intención de contrarrestar la crisis mundial. A la Argentina le tocarían unos 4.300 millones, pero Guzmán reclama que la cuota de los países de mayores ingresos puedan ser redistribuidas a los que enfrentan mayores necesidades. No hablaba sin embargo de necesidades sociales o sanitarias.
En un escenario marcado por la grave situación que vive el país, la apuesta oficial es poder hacer frente al vencimiento de 2.400 millones de dólares con el Club de París en mayo, y luego otros dos con el FMI en septiembre y diciembre por más de 4.000 millones en total. Con ese aire espera calmar la situación financiera del país hasta las elecciones legislativas, y recién después cerrar un nuevo programa con el Fondo para el repago de los 50.000 millones de dólares que se le deben al organismo.
La negociación del pago de la deuda le está costando muy caro al país. Medidas como el cepo presupuestario sobre la salud, o el sostenimiento de la precaria pax cambiaria mediante operaciones usurarias como la venta y recompra de bonos soberanos, que consume la mayor parte de las divisas que ingresan por los altos precios de la soja, son síntomas de los malabares que hace el gobierno para evitar el default y poder cumplir con el pago de la deuda que exigen Club de París y FMI.
El otro aspecto es que para desalentar la corrida contra el peso el gobierno se comprometió a reducir la emisión monetaria. Para cumplirlo -es decir, para pagar los vencimientos en moneda local y además financiar el déficit fiscal sin que el Banco Central emita más billetes- se está superendeudando en pesos, pero solo capta prestamistas al precio de atar los intereses a la inflación o al dólar.
Al mismo tiempo, también en función de evitar una estampida hacia el dólar, sigue creciendo la deuda del Banco Central (Leliq y pases pasivos). Es una bola de nieve, que solo en marzo se incrementó unos 325.000 millones de pesos, pero que además de crecer termina generando emisión, porque en el primer trimestre del año ya se pagaron más de 260.000 millones de pesos en concepto de intereses -prácticamente lo mismo que se gastó el año pasado en el IFE. Es el costo de la supuesta estabilidad financiera que celebra el gobierno.
A esto sumarle que ante el reclamo de Guzmán de que se contemple la fragilidad de la situación argentina para atenuar el costo del repago, Kristalina Georgieva respondió que las tasas de interés se fijan por los riesgos que implica ser un «prestamista de última instancia». Las «reformas estructurales» a las que se refieren los funcionarios del FMI están parcialmente en marcha, como lo saben los jubilados a quienes les robaron la movilidad o los petroleros a quienes les desgajaron el convenio colectivo, con consecuencias desastrosas para las familias trabajadoras y ninguna ventaja en términos de desarrollo económico. Y como prácticamente no hay manera de que Argentina devuelva en 10 años 50.000 millones de dólares, vamos derecho a nuevas renegociaciones que mantendrán la tutela de esta cueva del capital financiero sobre la economía nacional por varias décadas.
Ante este clima, se ha comenzado a producir especulaciones sobre una posible salida de Guzmán como interlocutor con el FMI y el Club de París si no trae resultados de su viaje por Europa, incluso si el objetivo del ministro es más modesto: conseguir apoyos para mejorar el contexto en el que negocia con el FMI y luego sí llegar a un acuerdo con ambos acreedores. Como posible reemplazante, se mencionan a la economista Cecilia Todesca, vicejefa de Gabinete, miembro del grupo Callao, cercana a Kulfas y a Alberto Fernández.
Es necesario, en este escenario de crisis suspender el pago de la deuda, y comenzar un proceso de investigación la deuda externa fraudulenta.
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