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Todo el partido y toda la sociedad deben adquirir una concepción marxista de la mujer

Por Jiang Zemin



/En lo que viene, el camarada Jiang Zemin antiguo secretario general del PCCh, nos ofrecerá un análisis de la cuestión de la mujer desde el marxismo. Hemos de ser conscientes del contexto en el que se produce el discurso, en el de una China que despertaba del feudalismo 40 años ha con unas fuerzas productivas muy atrasadas, y un país del tercer mundo al fin y al cabo. Como es natural, la cuestión de la mujer no puede ser abordada del mismo modo que puede serlo en Occidente, al igual que cualquier otra, por este motivo podremos encontrar premisas que a nuestra percepción occidental, de un mayor desarrollo de las fuerzas productivas, sean atrasadas.


Sin embargo se manifiestan unos puntos cardinales comunes a todas las naciones que obedecen a las leyes fundamentales del materialismo histórico, y esto es bien necesario tenerlo en cuenta ante la ofensiva ideológica que está sufriendo el proletariado occidental por parte del posmodernismo y otras concepciones burguesas, las cuales pretenden aislar y secuestrar a la mujer obrera para volverla en contra de la clase trabajadora y los pueblos oprimidos del mundo. Leamos./


Por el camarada Jiang Zemin


Discurso pronunciado el 7 de marzo de 1990 en un mitin conmemorativo del 80.º aniversario del Día Internacional de la Mujer Trabajadora (8 de marzo).


El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el 8 de marzo, creado en atención a las aspiraciones de libertad e igualdad de las numerosas mujeres oprimidas, se ha convertido a partir de la misma fecha de su constitución en una bandera de las mujeres trabajadoras de todo el mundo en su lucha unida por la emancipación. Al correr de 80 años, los movimientos femeninos se han desarrollado con ímpetu a lo largo y ancho de nuestro planeta. Las reclamaciones en pro de la liberación femenina y la igualdad entre ambos sexos han desembocado en una corriente histórica irreversible en la comunidad internacional.


El movimiento por la emancipación de las mujeres en China ha seguido una trayectoria tan ardua como gloriosa. Con la introducción de ideas de la revolución democrática burguesa, el movimiento femenino chino brilló radiante en determinado momento de la época moderna del país, pero se vio deprimido muy pronto por el fracaso de la revolución democrática dirigida por la burguesía. No lograría desarrollarse con brío y reemprender audaz su rumbo hasta su incorporación orgánica, bajo la dirección del Partido Comunista de China, al movimiento revolucionario proletario. Ya mostró gran vitalidad y fuerza en el apogeo revolucionario en 1924, cuando en Guangzhou, núcleo de la Gran Revolución, se celebró por primera vez el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En los decenios subsiguientes, el movimiento iría adquiriendo una forma relativamente completa en el curso histórico de la revolución y la construcción de China, y se ha convertido, al igual que los de los obreros, los campesinos y los jóvenes, en un importante componente del gran movimiento revolucionario de masas de nuestro país.


La teoría que sigue el Partido Comunista de China para guiar el movimiento femenino son los fundamentos del marxismo y su concepción de la mujer. Se trata de una concepción que implica analizar y sintetizar de manera científica, haciendo uso de la concepción del mundo y la metodología del materialismo dialéctico e histórico, problemas esenciales como la evolución de la condición social de las mujeres, el papel y los derechos sociales que les corresponden y las vías de la lucha por su emancipación. Esta concepción de la mujer forma parte del sistema teórico del marxismo. Los principales aspectos que la componen son:


Primero, la opresión de la mujer es un fenómeno social propio de de- terminadas fases del desarrollo histórico de la humanidad. En la antigüedad remota ya hubo igualdad entre ambos sexos. Sólo con la creación de la propiedad privada y el antagonismo de clases en la comunidad humana la mujer iba a quedar despojada de su derecho de propiedad sobre los bienes y excluida del trabajo en la sociedad, reduciéndose a ser esclava de la familia y dependiente del hombre. Este fenómeno es producto de ciertas circunstancias históricas, por lo que será sustituido inevitablemente por la igualdad entre hombre y mujer bajo las nuevas condiciones históricas.


En segundo lugar, el nivel de la emancipación femenina es un indicador natural para valorar la liberación general. En una sociedad basada en la propiedad privada, el que la mujer se encuentre oprimida es en esencia una manifestación particular de la opresión de clases. Esta situación existente allí no sólo se ve determinada por el sistema socioeconómico y protegida por el régimen sociopolítico, sino que también ha penetrado en la mentalidad de la gente a través de la ideología social. Por lo tanto, la emancipación de la mujer tiene que hacerse realidad junto con la liberación social de todo el pueblo explotado y oprimido.


Como tercer aspecto, una importante condición previa para la emancipación de la mujer es su incorporación al trabajo en la sociedad. A fin de cuentas, es la condición productiva de una persona en la sociedad lo que determina su condición social y familiar. Como Engels señaló, “La emancipación de la mujer y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposibles mientras permanezca excluida del trabajo productivo social y confinada dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado”[1]. Esta condición previa sólo puede lograrse verdadera y plenamente bajo el sistema socialista.


En cuarto lugar, la liberación femenina es un largo proceso histórico. Está condicionada tanto por las relaciones de producción como por las fuerzas productivas, e influenciada tanto por el nivel de la producción material como por el grado de civilización moral. Derrocar el sistema social de opresión del ser humano por el ser humano y establecer el poder estatal bajo el cual el pueblo es dueño del país proporciona la garantía fundamental para alcanzar la emancipación de la mujer y la igualdad entre ambos sexos. Sin embargo, pasar de esta igualdad en sentido jurídico a una de he- cho es una tarea todavía muy ardua.


Y en quinto y último lugar, las mujeres desempeñan un papel de gran significado en crear la civilización humana e impulsar el desarrollo social. Tanto la mujer como el hombre son promotores de progreso histórico humano y creadores de civilización material y moral para la sociedad, por lo que deben tener por igual dignidad, integridad, derechos y condición. En la procreación humana, la mujer, con mayor valor intrínseco, ha hecho contribuciones particulares. Respetarla y protegerla constituye una importante marca de progreso social y, asimismo, una norma legal y una conducta ética propias de una sociedad civilizada.


En el proceso de combinar los principios generales del marxismo con la práctica concreta de la revolución china, el Partido Comunista de China siempre ha prestado atención a aplicar los fundamentos del marxismo y su concepción de la mujer al análisis, estudio y solución de los problemas de ésta. En cada fase de desarrollo de la revolución y la construcción del país, nuestro Partido ha formulado directrices y decisiones explícitas para el movimiento femenino, garantizando así su desarrollo continuo por un rumbo correcto.


El camarada Mao Zedong emitió una célebre sentencia imbuida de filosofía y pasión: “El día en que las mujeres de todo el país se pongan de pie, será el momento en que triunfe la revolución china”[2]. Se trataba de una ardiente esperanza de que las mujeres chinas se lanzaran a la revolución, y también un cálido elogio a ellas por su papel histórico con tal actuación. Las mujeres chinas, al integrar la conquista de la propia emancipación con la del proletariado y las amplias masas populares y la de la nación china, han hecho méritos históricos indelebles en las prolongadas guerras revolucionarias, luchando heroicamente y avanzando en oleadas sucesivas sin detenerse ante el derrame de sangre y el sacrificio.


La fundación de la Nueva China ha permitido a las mujeres de todo el país lograr su emancipación histórica. En el Programa Común, que aprobó con carácter de Constitución provisional la I Sesión Plenaria de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, se declaraba explícitamente “la abolición del sistema feudal que ataba a las mujeres” y se estipulaba que “la mujer goza de iguales derechos que el hombre en la vida política, económica, cultural, educacional y social, y se implanta la libertad de matrimonio para el hombre y la mujer”. En la Constitución, las leyes y los reglamentos pertinentes promulgados en el país en sucesivas ocasiones posteriores, se han formulado estipulaciones más claras y perfeccionadas sobre los derechos de la mujer. El Partido y el Estado han adoptado también una serie de políticas y medidas para crear continuamente condiciones favorables para que una abundancia de mujeres se incorpore a la producción social, participe y delibere sobre los asuntos estatales, reciba educación y tenga libertad de matrimonio.


Bajo el sistema socialista, las mujeres de las diversas etnias de nuestro país han alcanzado a liberar al máximo su inteligencia y sabiduría, antes trabadas. Al desplegar el espíritu de poseedoras del país, se han consagrado con dinamismo a la lucha por erradicar los vestigios feudales y han participado ampliamente en la construcción socialista y otras actividades sociales, poniendo en juego su papel insustituible en diversos ámbitos, como la producción industrial y agrícola, la educación, la ciencia, la cultura y la sanidad. Se ha robustecido constantemente el contingente de trabajadoras, y de éstas ha brotado un gran número de cuadros, estudiosas y especialistas. Como nuevas activistas en la construcción socialista del país, las mujeres se han ganado cada vez más reconocimiento y encomio en la sociedad. A partir de la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido, han podido en su inmensa mayoría emancipar aún más la mente, actuar con autosostenimiento y autofortalecimiento, mantener firme la línea fundamental del Partido y entregarse a la gran práctica de la modernización socialista, la reforma y la apertura, por lo que han contribuido notoriamente a salvaguardar la situación de estabilidad y unidad en lo político, desarrollar la economía nacional, elevar el nivel de las fuerzas productivas sociales, hacer florecer la educación, la ciencia y la cultura, y fomentar la civilización moral socialista. Su talento infinito y su gran fuerza se han hecho valer cada vez más a plenitud.


Al echar una mirada retrospectiva a la evolución histórica del movimiento femenino en China, se puede sacar la siguiente conclusión fundamental: sin la dirección del Partido Comunista de China y la garantía del sistema socialista, habría sido imposible la emancipación de las mujeres chinas. Reafirmarse en tal dirección y en el camino socialista es la opción histórica del pueblo chino y, a la vez, una vía inevitable para el movimiento por la liberación femenina en el país.


En el mundo de hoy se dan muchos nuevos cambios, circunstancias y problemas, pero la corriente histórica de paz, desarrollo y progreso de la humanidad es irreversible. Debemos seguir nuestro propio camino de manera firme y persistente, conforme a la línea establecida por la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido y al espíritu de las Sesiones Plenarias IV y V del XIII Comité Central, y de acuerdo con el grandioso proyecto concebido por el camarada Deng Xiaoping para la construcción de un socialismo con peculiaridades chinas.


El decenio venidero va a constituir una fase crucial para materializar las metas estratégicas generales de la modernización socialista del país y, asimismo, un periodo significativo para determinar el futuro destino de la nación china entre la prosperidad y la decadencia, entre la gloria y la deshonra. Hemos de mantener siempre la estabilidad social, consolidar y fomentar una situación política de estabilidad y unidad, y realizar de manera concienzuda y apropiada la labor de rectificación y saneamiento y la profundización de la reforma, con el propósito de lograr un desarrollo continuo, estable y coordinado de la economía nacional y duplicar una vez más el producto nacional bruto a finales del presente siglo. Para cumplir estas tareas, debemos apoyarnos en las amplias masas populares, incluidas las mujeres. De no haber sido por la lucha heroica y la entrega consciente de las mujeres de todas las etnias del país, que representan la mitad de la población, habrían sido imposibles los grandes éxitos de la revolución, la construcción y la reforma de China.


La mujer china tiene la bella tradición de aportar fuerzas al país y ganar honores para la nación. En el actual periodo de trascendencia histórica, las mujeres de las diversas etnias y de los diferentes círculos sociales deben afianzarse en su fe, estrechar la unidad, tratar correctamente las relaciones entre los intereses personales y los estatales y entre los inmediatos y los de largo alcance, y proceder con laboriosidad y economía en la construcción del país y el gobierno del hogar, con el objeto de hacer más aportes a la labor de rectificación y saneamiento, a la profundización de la reforma, a la estabilidad social y al desarrollo económico. Deben promover con entusiasmo modos de vivir científicos, sanos y civilizados, romper con todo tipo de normas obsoletas, malas costumbres y supersticiones feudales, aplicar a conciencia la planificación familiar y esmerarse en la formación de la generación venidera, desempeñando su importante papel en el fomento de la civilización moral socialista. Que las mujeres de la parte continental y las compatriotas de Taiwan, Hong Kong y Macao vayan mano con mano para impulsar conjuntamente la gran causa de reunificar la patria y revitalizar la nación china.


El Partido y el gobierno depositan su ardiente esperanza en las numerosas mujeres. Desean que ustedes, con miras a asumir mejor sus tareas en los distintos terrenos, procuren elevar su propia calidad, adquirir conocimientos culturales, científicos y tecnológicos, fomentar el espíritu de respeto, confianza, sostenimiento y refuerzo propios, y afianzar aún más el sentido de misión histórica y el de responsabilidad social para convertirse en nuevas mujeres socialistas dotadas de ideales, ética, cultura y disciplina.


Las mujeres soportan dos cargas pesadas, el trabajo y la familia, por lo que pueden encontrar dificultades de algún que otro tipo en el curso de avance. Los comités del Partido y los gobiernos de las diversas instancias deben prestar oído atento a la voz de ellas, preocuparse de sus sufrimientos, defender sus derechos e intereses legítimos y esforzarse por aplacar sus inquietudes y resolver sus apuros, al tiempo que fortalecer eficazmente la dirección sobre la labor de la Federación de Mujeres y ayudarla a subsanar las dificultades y problemas en el trabajo. Los distintos sectores pertinentes de la sociedad también han de empeñarse en hacer más cosas positivas y sustanciales a favor de las masas femeninas. La sociedad en su conjunto tiene que adquirir una concepción civilizada y progresista de la mujer.


Notas:

  • F. Engels: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.

  • Mao Zedong: “Discurso en el acto de inauguración de la Universidad de Mujeres de China”.

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