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Codovilla: Lo nacional y lo internacional en la doctrina marxista-leninista

Por Victorio Codovilla.


*extractos


Hay quienes dicen que es debido a que los comunistas practicamos el internacionalismo proletario no podemos ser buenos patriotas, puesto que, según ellos, lo primero se contradice con lo segundo; pero esta afirmación no es exacta.


¿Por qué?


Porque el marxismo-leninismo, al mismo tiempo que enseña a seguir las mejores huellas del internacionalismo, las del internacionalismo proletario, enseña a sus adeptos a inspirar su acción en las mejores tradiciones patrióticas de su país.


El creador de nuestra doctrina, Carlos Marx, enseñó a los pueblos de los países capitalistas colonizadores que “un pueblo que oprime a otro pueblo jamás puede ser libre”, y enseñó a los pueblos de los países coloniales y dependientes que la rebelión contra la opresión nacional es sagrada; y que, por consiguiente, los comunistas de unos y otros países debían luchar en frentes distintos, pero coincidentes; unos para impedir la colonización, y otros, para expulsar a los colonizadores.


Por otra parte, y contrariamente a lo que algunos piensan, el marxismo se diferenció siempre del anarquismo por el hecho de que mientras éste propaga el nihilismo nacional, el marxismo valora justamente las aspiraciones nacionales de los pueblos, y por eso es el campeón de la lucha por la independencia económica y por la soberanía nacional.


Marx y Engels plantearon el problema de que hay que defender la propia nación contra los agresores, y que hay que luchar para arrojar del suelo patrio a los dominadores extranjeros a fin de unificarla geográfica, étnica y políticamente.


Muchas veces se ha puesto de relieve el grandioso significado de la Comuna de París, como ejemplo de cómo el proletariado puede conquistar el poder, y cómo desde él puede construir un nuevo Estado obrero y democrático.


Sin embargo, el aspecto nacional, patriótico, de la lucha de los comuneros no siempre se ha puesto suficientemente de relieve. No siempre se ha señalado que los comuneros de París fueron los que dieron uno de los ejemplos más grandes de patriotismo en el silo pasado. No siempre se ha explicado que los obreros de París tomaron el poder establecieron la Comuna después que el gobierno aventurero de Napoleón III (Napoleón “el pequeño”) fue derrotado en la guerra por los alemanes, y después que, escapándose a Versalles –la ciudadela de la reacción francesa-, su gobierno dejó abiertas las puertas de parís al invasor germano.

Ahora bien; la lucha de los partidarios franceses de la Internacional fundada por Marx y Engels, o sea, de los comuneros de París, se realizó en dos frentes: contra los ejércitos invasores de Bismark y contra los capituladores y traidores nacionales: los versalleses; es decir, que los patriotas comunistas de aquella época tuvieron que luchar, al mismo tiempo que contra los invasores prusianos, contra las capas dirigentes vendepatrias de la burguesía nacional, del mismo modo que en la reciente guerra los comunistas franceses tuvieron que luchar al mismo tiempo que contra las hordas invasoras hitlerianas, contra las capas dirigentes vendepatrias de la burguesía nacional, que abrieron las puertas de Francia al enemigo y buscaron el apoyo de sus bayonetas para impedir que el pueblo francés triunfara contra sus enemigos internos y externos.


Hecho significativo: para batir la Comuna, los alemanes ayudaron a sus “enemigos” franceses a re-organizar un ejército contrarrevolucionario, poniendo en libertad a prisioneros de guerra y ayudándolos en el asalto de París.


Este fue un ejemplo histórico del sediciente “patriotismo” de la burguesía, y del verdadero patriotismo del proletariado y de su Partido Comunista.


Se dirá: ¿Cómo se explica, entonces, que en el Manifiesto Comunista se hable justamente de que “el proletariado no tiene patria”?


Pasa con ese concepto de Marx, como pasó con otros, o sea, que se lo separa del conjunto del pensamiento marxista del cual forma parte, y luego se le da una interpretación torcida con el fin de presentar bajo una falsa luz a los comunistas.


En efecto; al afirmar Marx en el Manifiesto Comunista que los “proletarios no tienen patria”, quiso significar que sus intereses no coincidían con los que los círculos dirigentes de la burguesía defendían, y que por consiguiente su actitud en cuanto a la defensa de la patria dependía de si se trataba verdaderamente de defender la patria agredida por otra nación con fines de sumisión y explotación; o si se trataba de una guerra de agresión desencadenada por esos círculos dirigentes que, en nombre de la patria y de la “defensa nacional”, se proponían someter y expoliar a otro país.


Por ejemplo, ¿es que podría ser considerada como una guerra justa, por la defensa de la patria, si el gobierno de un país determinado desencadenara una guerra contra otro país con el fin de arrebatarle parte de su territorio, o con el fin de dominar y esclavizar a otros pueblos?


De ninguna manera.


En cambio, supongamos que el gobierno de nuestro país resistiera hasta el fin las imposiciones económicas, políticas y militares del gobierno imperialista norteamericano, y que con el fin de quebrar su resistencia el gobierno norteamericano agrediera –directa o indirectamente- a nuestro país. ¿Cuál debería ser y será nuestra actitud? No puede ser otra que la de ponernos a disposición de nuestro pueblo y de nuestro gobierno, y empuñar las armas para defender la libertad y la independencia de nuestra patria.


¿Cuál debería ser y será, en cambio, la actitud de los comunistas y de los verdaderos patriotas norteamericanos en ese caso? No puede ser otra que la de luchar contra su propio gobierno, también con las armas en las manos, para impedir que pueda someter y esclavizar a nuestro pueblo y a nuestra nación.


Tal debe ser, y no cabe duda que lo será, la actitud distinta pero coincidente de los comunistas de uno y otro país, y procediendo así, ambos defenderían los verdaderos intereses de su pueblo y de su nación.


Veamos ahora el caso de la reciente guerra.


¿Es que podría ser calificada de patriótica la actitud de un proletario alemán que hubiese considerado necesaria la defensa de la patria alemana, después de que las hordas hitlerianas agredieron a los pueblos de varias naciones, y, sobre todo, después que agredieron a la Unión Soviética? ¡Es claro que no! No sólo no se lo podría considerar como un patriota, sino, por el contrario, como un traidor a su case, a su pueblo y a su nación.


En cambio, los soviéticos, los checoslovacos, los polacos, los yugoslavos, etc., sí que obraron como verdaderos patriotas. Lo mismo puede decirse de los soldados que combatieron bajo la bandera de Norteamérica, Inglaterra, Francia y otros países que formaron el Frente de las Naciones Unidas, aun cuando los círculos dirigentes de sus países perseguían fines distintos de los de la URSS.


Además, en la guerra que acaba de terminar existió una razón fundamental para que el proletariado y su partido de vanguardia, el Partido Comunista, tomara en sus manos la defensa de su nación agredida por las hordas germano-fascistas y niponas. En una serie de países, los gobiernos burgueses “nacionales” capitularon ante el enemigo y luego colaboraron con él para someter a sus pueblos a la dominación extranjera, traicionando así los intereses de su patria.


Hay quienes dicen que eso es cierto, pero afirman, sin embargo, que los comunistas inspiran su acción en ideas foráneas y no nacionales, y que, por eso, su patriotismo es “dudoso”.

Eso también es inexacto.


Inspiramos nuestra acción en una teoría científica, que ha sido elaborada sobre la base del estudio de la experiencia mundial de las leyes que rigen el nacimiento, desarrollo y fin de los diversos sistemas sociales que ha conocido la humanidad, y nos esforzamos por aplicar esos principios científicos a las condiciones concretas de nuestro país.


Querer ignorar el marxismo-leninismo, que no es sólo una ciencia, sino que es una de las ciencias más vastas que ha conocido la humanidad, es un absurdo.


¿Por qué? Porque, ¿es que puede haber alguien que piense, por ejemplo, que los descubrimientos científicos de un país determinado sirven sólo para ese país y no para otros?


Justamente la verdadera ciencia es la que se enriquece constantemente con las experiencias nacionales obtenidas en la aplicación de los métodos científicos universales. Esto ocurre tanto en las ciencias naturales como en las sociales.


Por otra parte, ¿es que alguien puede “reprocharle” a un hombre de ciencia argentino si, por ejemplo, para perfeccionarse en el estudio de una materia determinada, toma como base la teoría científica elaborada por hombres de ciencia de otros países?


El simple planteamiento del problema demuestra lo absurdo de la posición de los que nos “reprochan” el origen internacional de nuestra teoría científica.


¿Es que los que han estudiado la historia de nuestro país pueden ignorar, por ejemplo, que los más grandes próceres de la independencia nacional, en particular Moreno, Belgrano, Castelli, San Martin, Monteagudo y otros, inspiraron su acción en la filosofía de los enciclopedistas franceses y en los principios en que se inspiraron los patriotas norteamericanos al luchar por la independencia de Estados Unidos, y en particular en las ideas progresistas de la Revolución Francesa? ¿O es que puede existir alguien que tenga la osadía de considerar que esos próceres nacionales eran “extranjerizantes”, cuya “pureza” patriótica debe ser puesta en tela de juicio debido a que inspiraron su acción en ideas procedentes de pensadores de otros países? Parece que sí, que existen tales gentes.


Ahora bien; ¿es que tales gentes pueden ser consideradas como patriotas argentinos? ¡Es claro que no! Aunque se proclamen monopolizadores del patriotismo y se cubran el pecho de escarapelas nacionales, tales gentes no pueden ni deben ser consideradas como patriotas.


¿Por qué? Porque si sus ideas llegaran a imponerse en el país, en lugar de servir para impulsar a la Argentina por la senda de la cultura, de la democracia y la libertad y hacer de nuestro país uno de los más avanzados de América latina, lo retrotraerán a la situación de atraso colonial en que vivió anteriormente y le cerrarían toda posibilidad de progreso económico-social y cultural para el futuro.


La ciencia, la cultura, el arte, la economía, y la política de un país determinado, o se nutren constantemente con las experiencias que les proporcionan los países más avanzados de su época, o se estancan y se degeneran. Esto es lo que enseña la historia de la civilización humana.


Por otra parte, la teoría marxista-leninista es una teoría internacional, por cuanto guía la acción del proletariado y de su partido de vanguardia de todos los países en la lucha por la obtención de las reivindicaciones inmediatas de la clase obrera y del pueblo y por su emancipación de la explotación capitalista y de toda forma de sojuzgamiento nacional.


¿Pero es que las “teorías” en que se apoyan los defensores de los intereses “sagrados” del capitalismo no son, acaso, de carácter internacional? Sí que lo son.


En efecto; nadie es más internacional que el capitalismo, puesto que si alguien ha roto las fronteras nacionales –rompiéndolas en la mayoría de las veces a cañonazos-, para invadir a todos los países con sus mercancías, con sus capitales y sus agentes, es justamente el capitalismo.


¿Qué es el imperialismo, sino la doctrina y la práctica del expansionismo mundial de capitalismo?


Resulta claro, pues, que el internacionalismo proletario que practican los comunistas, no sólo no debilita su sentimiento nacional, sino que lo refuerza. Esto es lo que determina que los comunistas sean los verdaderos patriotas de nuestra época. (…)


Por eso, cuando alguien, desde arriba o desde abajo, se atreve a poner en duda el patriotismo de los comunistas, nuestros camaradas no sólo no deben tomar una actitud defensiva ante los que hacen tales manifestaciones, sino que deben pasar a la ofensiva y exigir que sean ellos los que demuestren su grado de patriotismo, pues los comunistas, aquí como en todas partes del mundo son los que se han colocado y se colocan siempre a la cabeza de su clase obrera y de su pueblo en la lucha por el progreso de su país, por el bienestar social y por la defensa de la independencia de su patria.


Ser patriotas comunistas es hoy, pues, el timbre de honor más grande que puede tener un ciudadano.


Victorio Codovilla


Conferencia pronunciada en las Jornadas de Educación con motivo del centenario del Manifiesto del Partido Comunista.

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