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PTB: Somos un partido marxista que cree en un futuro socialista

Actualizado: 13 abr 2020

En Bélgica, un partido de raíces Marxistas-Leninistas está generando un desafío sorprendente para la política convencional.


  • Publicación Original: “We Are a Marxist Party That Believes in a Socialist Future” – Jacobin Magazine – 15 de diciembre de 2018.

  • Entrevistador: David Broder.


Bélgica no parece ser el lugar obvio para el radicalismo político. En el debate público en otros países europeos, la palabra «Bruselas» es sinónimo de las instituciones de una distante y burocrática UE. Sin embargo, la clase trabajadora belga también tiene una historia de explotación y de lucha, desde los mineros del carbón del Borinage a la huelga general de 1960. Y en la actualidad, mientras el panorama político se polariza entre los nacionalistas flamencos de extrema derecha y un centro político en decadencia, la izquierda está resurgiendo en nuevas formas. Un partido Marxista-Leninista de larga trayectoria, el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB) ha hecho una destacable irrupción en los últimos años, alcanzando el 12 por ciento del voto en las elecciones municipales de octubre en la capital.


David Broder, de Jacobin, ha hablado con el líder del partido, Peter Mertens, sobre los recientes cambios en su partido, las razones para su avance y cómo concibe una transformación más amplia del orden europeo.


DB: El Partido de los Trabajadores de Bélgica logró grandes avances en las elecciones municipales de octubre. En Bruselas obtuvisteis casi el 12 por ciento de los votos, y también sacasteis buenos resultados en las ciudades más grandes de Flandes y más aún en Valonia. ¿Qué tipo de mensaje sois capaces de transmitir, y a que tipo de preocupaciones del electorado estáis respondiendo?


PM: Iniciamos cada campaña con un amplio cuestionario entre el público, para decidir cuáles son los asuntos principales de nuestro programa sobre los que vamos a hacer campaña. En Bruselas, al igual que en otras ciudades, empezamos publicando unos folletos para los votantes con veinte preguntas, preguntándoles cuales eran sus preocupaciones principales en sus barrios. Esa primera fase de investigación tuvo lugar hace un año, y en una ciudad como Amberes, por ejemplo, recogimos las respuestas de 9.000 personas. Este es un trabajo intensivo – implica que nuestros militantes tienen un conversación de veinte minutos, puerta por puerta en cada barrio de cada ciudad. En la mayoría de las ciudades los asuntos que salieron a la luz fueron la cuestión de la vivienda, luego la pobreza y en tercer lugar, la movilidad – la falta de transporte público, o su alto coste.


Quien decide el tema de debate en las elecciones tiene una gran ventaja sobre los otros partidos. Sabíamos que los partidos de la derecha, incluido el más grande – el partido nacionalista flamenco N-VA – querían hacer como Matteo Salvini [Ministro italiano de interior y líder de la Liga Norte] y hacer de los refugiados, los migrantes y la seguridad – el miedo a la «invasión» – el tema principal. A pesar de que estas eran elecciones locales, los partidos de la derecha querían situar esto como el asunto principal. Mientras tanto, los grupos activistas locales de clase media querían que la contaminación del aire – sin duda un tema importante – estuviese en el centro de la campaña, como hicieron los partidos Verdes. Nosotros en su lugar queríamos situar la cuestión social como algo central en la agenda, lo cual casi siempre significa centrarse en la cuestión de la vivienda. Y por ejemplo, en la vivienda pública, en la cual no ha habido inversiones ni actuaciones en años en problemas como la humedad en las paredes, nosotros mismos tomamos medidas concretas y situamos esto en la agenda mediática. Nuestra estrategia es empezar desde las preocupaciones del público e insistir en los mismos asuntos en vez de adoptar un discurso generalista.


DB: Ahí estás hablando de temas muy concretos. Pero si muchas otras fuerzas en ascenso, como Podemos o La Francia Insumisa, se presentan como algo que va más allá de la izquierda, tu partido en cambio proviene de una trayectoria marxista-leninista, formando parte del Encuentro de Partidos Comunista y Obreros. No obstante, en la última década, el partido ha cambiado su enfoque: ¿cómo sucedió esto y qué lo impulsó?


PM: Vimos cómo los partidos de la derecha han tenido éxito en la narrativa; utilizan historias concretas y van desde allí hacia ideas más generales o agendas imperialistas. Empiezan, por ejemplo, con problemas como personas que reciben fraudulentamente ayudas para los discapacitados – el tipo de historia que puede ocupar portadas en las noticias, y que todo el mundo puede decir que conoce a alguien que se aprovecha de la seguridad social (en Bélgica el concepto de seguridad social incluye las ayudas sociales). Entonces hay un tipo de izquierda – en Bélgica, pero creo que también fuera – que responde con estadísticas y gráficos de distribución de la riqueza, lo cual es totalmente correcto pero muy abstracto y poco emocional, apelando solo al cerebro y no al corazón. Nosotros como izquierda también tenemos que encontrar nuestra propia narrativa de la vida real, y luego ir al nivel abstracto.


Necesitamos nuestras propias historias, por ejemplo los pensionistas que solo cobran 800€ de pensión al mes y tienen que gastar 500€ en el alquiler, dejándoles solo 10€ diarios para vivir. Luego decimos, no es solo el Sr. X el que está en esta situación, sino un millón de personas, debido a las políticas en Bélgica y en Europa. De esta forma enlazamos historias emocionales con el nivel más político y abstracto. Esto fue un cambio en el cual nos embarcamos en 2008 [cuando Peter Mertens asumió el liderazgo]. El PTB había estado activo por décadas, pero no estaba creciendo, y la primera generación del partido tenía dificultades para renovarse. Nos arriesgábamos a ser cada vez más pequeños, extinguirnos. Así que cambiamos nuestro enfoque de la comunicación y la organización; seguimos teniendo organizaciones de base en los centros de trabajo, lo cual es el trabajo principal de nuestro partido, pero además también grupos de barrio y trabajo en los consejos de calle.


Solíamos ser muy exigentes en los criterios para convertirse en miembro del partido. Ahora tenemos varios niveles diferentes de afiliación, incluyendo un nivel para aquellos que están próximos al partido. Pagan 20€ anuales por internet y no están totalmente encuadrados (les llamamos «miembros consultivos», los cuales según nuestros estatutos, no pueden votar en los congresos). Introducir esto fue un gran paso para nuestro partido, que dimos en 2008; antes tenías que ser un marxista consciente para unirte al partido, ahora tenemos una capa más amplia a la cual educamos a través de la acción junto a ella.


DB: El sistema político belga está muy fragmentado, aun más cuando muchos partidos no se organizan a nivel nacional, sino solo dentro de la comunidad flamenca o francófona. ¿Significa esta fragmentación que las lealtades de los votantes pueden cambiar? ¿Y qué tipo de votantes están viniendo al PTB – antiguos votantes del Parti Socialiste o del Socialistische Partij Anders [Partido Socialista-Diferente (Flamenco)]?


PM: Yo caracterizaría a los votantes del PTB como diversos pero en su mayoría de clase trabajadora. En el sur del país [francófono] vienen la mayoría del Parti Socialiste, que en comparación con otros alrededor de Europa todavía es un poderoso partido socialdemócrata en esta región valona. Hemos ganado muchos votantes de ellos, enfadados por su trayectoria de imponer desde el gobierno medidas como el límite de tiempo a la hora de cobrar el subsidio por desempleo. Mientras tanto, en el norte del país, competimos con la derecha e incluso con los partidos de ultraderecha.


Los periodistas de clase media se devanan los sesos para entender como los votantes pueden dudar entre esas fuerzas y el PTB. Pero es algo muy lógico: mucha gente define sus problemas a nivel social, diciendo «nuestras pensiones son muy pequeñas» o «ahora tenemos que trabajar hasta los 67 años antes de retirarnos, y las pensiones están reduciéndose», o «mi hermana tiene que pagar 2.300€ al mes para vivir en una residencia de ancianos pública, pero su pensión es solo de 1.100€». Así que la cuestión es a quién responsabilizan de esto: a los migrantes y refugiados que supuestamente se llevan todo y copan toda la vivienda pública, o – siguiendo nuestra lógica – exigen más infraestructuras públicas y más inversión en ellas, haciendo al gran capital pagar por ello en vez de esconder su dinero en las Bahamas o Panama. ¿Adoptas una solución racista cargando contra los que están más abajo, o una solución anticapitalista cargando contra los de la cúspide?


En Bruselas, donde obtuvimos casi el 12% en las elecciones del mes pasado, muchos jóvenes han votado por el PTB. Esa es la fuente de la pequeña oleada roja en la capital. Una cosa que ha funcionado particularmente bien ha sido el uso de las redes social con videos de nuestro diputado Raoul Hedebouw, hablando en un lenguaje totalmente diferente al de otros en el Parlamento. Los otros partidos lo llaman «populismo», pero estos videos de sus intervenciones han sido vistos 400.000 o 500.000 veces, lo que es muchísimo para una país del tamaño de Bélgica [su población es de 11 millones]. Esto es muy popular entre la gente joven que ven a un político que habla como ellos y tiene el valor de confrontar con los otros.


DB: Hablando de la derecha radical: es notable que las áreas del noreste de Francia justo al sur de tu país son bastiones del Frente Nacional de Marine Le Pen, mientras que al otro lado de la frontera, en Valonia [zona francófona de Bélgica] no parece que la ultraderecha haya despegado del todo. ¿A que crees que se debe esto?


PM: Pienso que hay dos razones para esto. En el norte del país, en la ciudad industrial más grande – Amberes – la socialdemocracia solía tener un Cinturón Rojo de clase trabajadora, pero en los ochenta y noventa esto cambió hacia el ultraderechista Vlaams Blok. Nosotros nos planteamos que incluso si la socialdemocracia era la principal responsable de este fracaso, también teníamos que asumir la responsabilidad de resolver este problema. Vimos que todavía éramos vistos como demasiado sectarios, demasiado dogmáticos, y sin contacto con los votantes que estaban haciendo este cambio de posición. Esto fue una razón para nuestro cambio de enfoque, como he mencionado anteriormente. En Valonia, hemos sido capaces de recoger la desilusión con la política tradicional, y ha sido muy importante ocupar esa posición.


La segunda razón es que en Valonia los partidos de ultraderecha y fascistas están poco organizados. Hay potencial para un Frente Nacional en Valonia e incluso si nosotros, y también el Parti Socialiste, somos cada vez más fuertes, no se puede decir que el racismo no exista. Pero si en el norte de Bélgica y en Francia los votantes que están abandonando la socialdemocracia se están pasando a la ultraderecha, en Valonia están viniendo a nosotros.


Hubo un gran escándalo en Bélgica el mes pasado cuando se descubrió que el equivalente belga del grupo fascista francés Génération Identitaire, que se populariza a través de los memes, había infiltrado la organización juvenil del NVA, el partido nacionalista flamenco que es también el más grande del país. Fuimos activos en las universidades y el movimiento juvenil para movilizar contra los fascistas. Pero la gran lección que aprendimos de los ochenta y noventa fue que, además de movilizar contra esos grupos, también tenemos que hablar a los votantes de los partidos de ultraderecha, que están expresando su propia rabia y desilusión. Tenemos que trabajar para ofrecer una alternativa: Porque mientras tenemos que combatir el fascismo, no podemos definirnos solo en términos negativos. En las campañas antifascistas los votantes podrían decir «Vale, está bien, no votaremos al Vlaams Blok ¿Y luego qué? No votaremos por vosotros, que sois pequeños y no creíbles.» Combatir a la extrema derecha tiene que ir de la mano con una alternativa postcapitalista que pueda contar su propia historia. No puedes ganar los corazones y las mentes sin construir un proyecto socialista.


DB: Algunos partidos europeos de izquierda han respondido al debate sobre la inmigración abordando temas como el «dumping social» o la Directiva 96/71/CE sobre el desplazamiento de trabajadores, para hablar sobre el efecto que la migración puede tener en los salarios y los derechos laborales. ¿Cuál es vuestra posición sobre esto?


PM: Nuestro eslogan es «a igual trabajo, igual salario», en todas partes. Estamos a favor de la colaboración europea, y de que los países se reúnan; En efecto, hay muchos problemas que se resuelven mejor a escala continental, y no estamos a favor de la vuelta al nacionalismo o el independentismo [de la Unión Europea]. Pensamos, sin embargo, que la UE de hoy en día no es la mejor estructura para esta cooperación, debido a que favorece sistemáticamente a los grandes negocios y banqueros, y organiza la competición entre la clase trabajadora de distintos países. De hecho, organiza el dumping social, lo cual es un problema particularmente grande en la industria. Tenemos una fuerte línea anti-racista y no tenemos posiciones del estilo «Bélgica para los belgas».


DB: Ejemplos recientes de gobiernos de izquierda, desde el gobierno socialista del francés François Mitterrand en los 80 hasta Syriza en Grecia desde 2015, han mostrado la dificultad de construir la «socialdemocracia en un solo país» pero también los límites impuestos por las estructuras europeas sobre estas experiencias. Si tu partido no vislumbra una «vía belga al socialismo» ¿Qué mecanismos piensas que se pueden usar para reformar Europa en su conjunto?


PM: No creo que la Historia solo se mueva en una dirección. Las crisis van a volver a suceder, incluso en los próximos cinco o diez años. Hoy podemos ver que la humanidad afronta una serie de problemas, desde la desestabilización de Oriente Medio hasta las tensiones militares entre los Estados Unidos y China, el cada vez más grande desastre climático, la crisis económica que se viene desarrollando desde 2008, y la especulación en el sector inmobiliario que están creando una nueva burbuja, que eventualmente estallará. Lo importante es ser las fuerzas mejor preparadas para ese momento, y – en medio de esa crisis – ser capaces de empujar hacia otro tipo de colaboración europea, otro acuerdo europeo. Tenemos que prepararnos para este empuje, porque no podemos permitir que solo la extrema derecha o los neoliberales sean los que responden a la crisis.


Es imposible decir con exactitud cómo va a emerger esa crisis, pero hay quizá dos, tres, cuatro, cinco países que están buscando su propio camino y que van a colaborar conjuntamente en una vía diferente. No creo que todos y cada uno de los países de Europa vayan a evolucionar en una misma dirección, pero existe la posibilidad de que varias poblaciones puedan establecer un nuevo acuerdo, algo que podríamos llamar metafóricamente un ALBA europeo [como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América creada por los gobiernos de izquierda de Latinoamérica y el Caribe]. Esa es una posible vía pero no hay un plan para un futuro que está por venir.


En las actuales estructuras de la Unión Europea, no es posible impulsar semejante cambio: tiene que haber un momento cualitativo de ruptura, para romper con sus tratados y las políticas de austeridad, la privatización, la imposición del Semestre Europeo [el control de la Comisión Europea sobre los presupuestos nacionales]. Pienso que es posible, sin embargo, trabajar dentro del sistema político europeo y no creo en la abstención, pero en aras de avanzar hacia esa ruptura.


Bélgica es un país pequeño y somos modestos en cuanto a nuestro tamaño como partido. Pero la situación entre las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia en Europa es caótica. Necesitamos tener una plataforma básica y común amplia, similar a la Primera o Segunda Internacional, pero aún no está claro cual es el mejor camino. Por el momento creemos en el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea [GUE/NGL el grupo más a la izquierda en el Parlamento Europeo, que une a diversos partidos de tradición comunista, verdes de izquierda y radicales de izquierda] como una plataforma para todas las fuerzas de izquierda auténtica [a la izquierda de la socialdemocracia europea]. Por supuesto, hay muchos puntos de vista diferentes – en nuestro caso trabajamos estrechamente con los partidos comunistas portugués (PCP) y chipriota (AKEL), el PCF de Francia, pero también tenemos contacto con Jean-Luc Mélenchon (La Francia Insumisa), y con Die Linke y el Partido Comunista en Alemania.

Somos un partido Marxista que cree en un futuro socialista y no en la adaptación del capitalismo. Pero creemos en la necesidad de una discusión de todas las fuerzas de izquierda auténtica sobre el camino para superar el capitalismo y el imperialismo, y sobre nuestras experiencias en combatir el racismo y organizar a la gente de clase trabajadora. Si cada partido de izquierda radical simplemente ser refugia en su propia parte de la verdad, eso no nos llevara a ninguna parte.

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