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No lamentarse, organizarse! Los sindicatos

Actualizado: 13 abr 2020

*Por Peter Mertens


Extraído del capitulo 2, del subcapitulo 3 que lleva por nombre el titulo del articulo, de su libro "La clase obrera en la era de las multinacionales". Edición al español por Asociación Cultural “Jaime Lago”. Año 2011.


Según Negri y Hardt, «Se debería encontrar un nuevo tipo de resistencia adecuada a las dimensiones de la nueva soberanía... Hoy, también, podemos ver que esas formas tradicionales de resistencia, como las organizaciones obreras institucionales desarrolladas durante gran parte de los siglos XIX y XX, han comenzado a perder su poder»


El movimiento obrero y sus organizaciones sindicales se enfrentarán sin lugar a dudas a nuevos desafíos: la organización de una fuerza de trabajo a tiempo parcial, flexible y precaria, la movilización del trabajo temporal y de la subcontratación, la implicación de empleados del sector privado, etc. Y cuando ciertos dirigentes del movimiento sindical, como la dirección de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), se identifican con los objetivos de los grandes monopolios europeos y la Unión europea -en otros términos, «se institucionalizan»-, el movimiento sindical pierde en la práctica parte de su poder. ¿Pero el problema se sitúa realmente a nivel de las organizaciones de trabajadores, del concepto de movimiento sindical como organizador de la clase obrera? ¿O se sitúa a nivel de un grupito de dirigentes sindicales?


Jan Cap y otros delegados de los astilleros Boel en Tamise se muestran muy claros al respecto. No hay que echarlo todo a perder. Antes que crear una nueva organización de masas obrera, el movimiento sindical existente debería volver a sus raíces: «El día en que el conjunto del movimiento sindical se dé cuenta de nuevo de que nuestro bando sólo es uno y que no existe posición intermedia, ese día, será posible también una democracia total dentro del movimiento sindical. (…) Entonces, recuperaremos un movimiento sindical verdadero, con principios, una dirección, buenas estructuras y una base combativa (…). El movimiento sindical debe aprender a reconocerse de nuevo, volver a sentir el orgullo de representar la clase obrera. Nosotros, los trabajadores, queremos otra cosa: el socialismo, el verdadero socialismo. El día en que el movimiento sindical defienda ese punto de vista, su causa renacerá y volverá a sus orígenes.» 87


En lo concerniente a la organización de la clase obrera como clase, tanto el sindicato como el partido son imprescindibles. El sindicato tiene la tarea de unir a los trabajadores individuales para que formen una clase contra el capital. No sólo para la lucha económica, sino también para las reivindicaciones políticas. Marx escribió: «El capital es una fuerza social concentrada, mientras el obrero no dispone más que de su fuerza de trabajo. (…). La única fuerza social de los obreros está en su número. Pero, la fuerza numérica se reduce a la nada por la desunión. La desunión de los obreros nace y se perpetúa debido a la inevitable competencia entre ellos mismos.(…). El objetivo inmediato de las tradeuniones se limitaba, por eso, a las necesidades cotidianas, a los intentos de detener la incesante ofensiva del capital, en una palabra, a cuestiones de salarios y de duración del tiempo de trabajo. Semejante actividad de las tradeuniones, además de legítima, es necesaria. Es indispensable mientras exista el actual modo de producción.» 88


De hecho, la realidad sigue mostrando hoy en día esa necesidad. En el Reino Unido, en las empresas donde el sindicato está representado, el Convenio Colectivo del Trabajo (CCT) cubre más del 70% del personal, la media de los salarios es un 9% más alta respecto a las empresas donde no hay sindicato o a los CCT en general89. En los Estados Unidos, los trabajadores sindicados –es decir, protegidos por acuerdos- ganan de media un 27% más que los trabajadores no sindicados. 90


Pero, según Marx, esto no basta. «Por otra parte, sin darse cuenta ellas mismas, las tradeuniones se fueron convirtiendo en centros de organización de la clase obrera, del mismo modo que las municipalidades y las comunas medievales lo habían sido para la burguesía. Si decimos que las tradeuniones son necesarias para la lucha de guerrillas entre el capital y el trabajo, cabe saber que son todavía más importantes como fuerza organizada para suprimir el propio sistema de trabajo asalariado y el poder del capital.» 91


Ésta es la misma conclusión a la que había llegado la 1ª Internacional. En el Congreso de Ginebra (1886), las posturas de Proudhon [7] fueron derrotadas. Los proudhonianos rechazaban cualquier actividad política por parte del movimiento obrero y se oponían al arma de la huelga. Se negaban también a cualquier intervención del Estado en las relaciones entre trabajo y capital. Los partidarios de Proudhon querían convertir en «superfluo» el circuito capitalista poniendo en pie cooperativas regionales -el mutualismo-. Las cooperativas no son la clave de la supresión del capitalismo, sino el movimiento sindical, había contestado la mayoría de la 1ª Internacional. Y, por tanto, el movimiento sindical también tiene una misión socio-política.


El movimiento sindical es la organización de masas de la clase obrera. Por esta razón es imprescindible para su emancipación. No se trata únicamente del grado de sindicalización. Ante todo importa saber en qué medida el movimiento sindical es capaz de orientar al conjunto de la clase obrera. En lo que se refiere a la situación actual, las cifras sobre los convenios colectivos de trabajo son importantes para medir la fuerza y la influencia del movimiento sindical. En Francia, sólo el 9% de los asalariados pertenecen a un sindicato, pero las organizaciones sindicales francesas representan al 95% de los asalariados durante las negociaciones de los convenios colectivos de trabajo (véase Tabla 5).


En Europa, solamente en 4 países se encuentra sindicada una mayoría de la clase obrera. Se trata de Dinamarca, Suecia, Finlandia y Bélgica (véase Tabla 5). Sindicar a los trabajadores asalariados sigue siendo un combate vital para el movimiento sindical. En Reino Unido, Thatcher introdujo medidas antisindicales que, hoy, siguen en vigor con el New Labour de Tony Blair. Antes de poder declararse en huelga, es obligatorio entregar a los empleadores una lista con el nombre de todas las personas que participan en la huelga. Las ayudas sociales atribuidas a las familias de los huelguistas se reducen automáticamente. Las huelgas de solidaridad están totalmente prohibidas. Todas las acciones iniciadas para apoyar otras huelgas -incluso si se trata de una sociedad hermana-, así como las acciones llevadas a cabo en solidaridad con una sociedad amenazada de cierre, son ilegales. Y, en última instancia, las ayudas sociales atribuidas a las familias de huelguistas «ilegales» se suspenden. Después de este tipo de leyes, el número de trabajadores protegidos por un Convenio Colectivo negociado por el sindicato pasó del 83 % en 1970 al 48% en 1995 y al 36% actualmente. 92


En Estados Unidos, el movimiento sindical debe enfrentarse a una legislación antisindical compleja, por una parte y a los Union-Busters -quebrantadores de sindicatos-profesionales, contratados por los patronos, por otra. En Estados Unidos, 1.100.000 personas trabajan para la cadena de supermercados Wal-Mart: están trabajando para la familia Walton que, con sus 100 mil millones de dólares figura a la cabeza de la lista de las familias americanas más ricas. Es en Wal-Mart donde las prácticas de union-busting están más desarrolladas. Lo mismo pasa en Mc-Donald’s, que emplea 418.000 personas. El movimiento sindical americano se niega no obstante a caer en el pesimismo o el derrotismo. Retomó por lema la vieja canción de lucha de Joe Hill [8]: «Don’t mourn, Organize!», que se puede traducir por: «No os lamentéis. ¡Organizaos!»

En Europa, el movimiento sindical necesitó casi un siglo para poder organizarse como fuerza. Fue una sucesión de fracasos y de nuevos impulsos. En la industria artesanal -tipógrafos, sombrereros, encuadernadores, trabajadores de la construcción-, con sus especialistas difícilmente reemplazables y su tradición de organización en cofradías -por oficios-, fue más fácil que en la gran industria, donde el hambre y la cárcel fueron el pan de cada día de tantos militantes sindicales. Los sindicatos se desarrollaron a partir de las cajas de ayuda mutua –mutualidades- que, con el tiempo, se transformaron en cajas de resistencia. Raramente sobrepasaban el marco de la fábrica o del lugar en el que habían visto la luz. Se necesitaron años antes de que se formaran sindicatos sectoriales -textil, minas, vidrio, metalurgia- y se convirtieran, mucho más tarde, en movimientos sindicales intersectoriales y de coordinación [9]. En la segunda mitad del siglo 19, el movimiento sindical era en la mayoría de los países «la forma suprema de la unión de clase de los proletarios». Cuando, bajo el impulso de Marx y de Engels, se fundaron partidos obreros conscientes de los intereses de su clase, nació una nueva relación. El movimiento sindical ya no era «la forma más elevada de organización». A partir de entonces, ese papel, le incumbía al partido obrero. El partido no abarca la totalidad de la clase, sino únicamente la parte consciente de los intereses de su clase. El sindicato debe desde entonces intentar organizar a la mayor parte posible de la clase obrera.

Lenin escribió a propósito de la fundación de los partidos obreros: «Cuando empezó a desarrollarse la forma superior de unión de clase de los proletarios, el partido revolucionario del proletariado (que no merecerá este nombre mientras no sepa ligar a los líderes con la clase y las masas en un todo único, indisoluble), los sindicatos empezaron a manifestar fatalmente ciertos rasgos reaccionarios, cierta estrechez corporativa, cierta tendencia al apoliticismo, cierto espíritu rutinario, etc. Pero el desarrollo del proletariado no se ha efectuado ni ha podido efectuarse en ningún país de otro modo que por los sindicatos y por su acción concertada con el partido de la clase obrera.» 93


El repliegue al sector al que se pertenece, la tendencia a no adoptar ninguna «postura política» son todavía hoy prácticas comunes en el sindicato. Al partido, a los comunistas, les toca conducir el sindicato hacia la clase entera y acercarla a las reivindicaciones políticas. Lenin prosigue: «Temer este “espíritu reaccionario”, esforzarse por prescindir de él, por saltar por encima de él, es una inmensa tontería, pues equivale a temer el papel de vanguardia del proletariado, que consiste en educar, instruir, preparar, traer a una vida nueva a los sectores más atrasados de las masas obreras y campesinas...»94

Jan Cap dice al respecto: «Me atrevería a decir que varios dirigentes sindicales deberían volver a la escuela, y muy urgentemente. Deben reciclarse para volver a aprender las concepciones sobre el hombre y la sociedad. Deben perder esta manía de pensar siempre desde el interior de este sistema capitalista. De seguir pensando en los límites de este sistema.» 95


En agosto de 2002, la dirección del PTB adoptó el siguiente punto de vista: «Dada la orientación pro-imperialista de la mayoría de los altos responsables sindicales, dada su defensa obstinada de la unificación imperialista europea como barrera contra la hegemonía americana, debemos prepararnos para la creación de organizaciones sindicales anti-imperialistas que rompan con las organizaciones chovinistas.»96 De esta manera cometimos el mismo error que algunos comunistas alemanes ochenta años antes: debido a la línea seguida por algunos altos responsables sindicales, llegamos a la conclusión de que teníamos que fundar un nuevo sindicato, puro y anti-imperialista. Para Lenin, este punto de vista no tiene ningún valor: «Pero la lucha contra la “aristocracia obrera” la sostenemos en nombre de la masa obrera y para ponerla de nuestra parte; la lucha contra los jefes oportunistas y socialchovinistas la llevamos a cabo para conquistar a la clase obrera. Sería necio olvidar esta verdad elementalísima y más que evidente. Y tal es precisamente la necedad que cometen los comunistas alemanes “de izquierda”, los cuales deducen del carácter reaccionario y contrarrevolucionario de los cabecillas de los sindicatos la conclusión de la necesidad de. . . ¡¡salir de los sindicatos!!, de ¡¡renunciar a trabajar en los mismos!! y de ¡¡crear nuevas formas de organización obrera inventadas por ellos!! Es ésta una estupidez tan imperdonable que equivale al mejor servicio prestado a la burguesía por los comunistas..» 97


Y prosigue: «Para saber ayudar a la “masa”, para adquirir su simpatía, su adhesión y su apoyo, no hay que temer las dificultades, las zancadillas, los insultos, los ataques, las persecuciones de los “jefes” (que, siendo oportunistas y socialchovinistas, están en la mayor parte de los casos en relación directa o indirecta con la burguesía y la policía) y trabajar sin falta allí donde estén las masas. Hay que saber hacer toda clase de sacrificios, vencer los mayores obstáculos para entregarse a una propaganda y agitación sistemática, tenaz, perseverante, paciente, precisamente en las instituciones, sociedades, sindicatos, por reaccionarios que sean, donde se halle la masa proletaria o semiproletaria.» 98


 

Notas:

  • [7] Marx califica a Proudhon (1809-1865) de padre espiritual del anarquismo. Proudhon es muy virulento en su crítica del capital («La propiedad es robo»), de la Iglesia y del Estado («Ni Dios ni amo»). Vislumbra la solución en cooperativa de ayuda mutua y busca la salvación en la pequeña propiedad. Rechaza el poder del Estado, no sólo bajo el capitalismo, sino también como instrumento de una sociedad socialista. Se opone a la acción política y a las huelgas.

  • [8] Joe Hill (Joel Emmanuel Hägglund, o también Joseph Hillström) llegó a Estados Unidos de su Suecia natal en 1902. Viajó por todas partes en el país, trabajando en múltiples oficios y escribiendo canciones de lucha que lo hicieron famoso. Se adhirió a los IWW -Industrial Workers of the World, un movimiento radical de obreros- hacia 1910 En 1914, lo acusaron del asesinato de un comerciante y, a pesar de la falta de pruebas directas y una gran campaña internacional, lo ejecutaron en 1915.

  • [9] En Francia, se distinguen muy claramente dos formas de aparición del movimiento sindical. Por una parte, las organizaciones verticales por profesión (sombrereros, encuadernadores, obreros de la construcción, mineros, curtidores, tipógrafos, obreros metalúrgicos, etc.), organizados en Federaciones Nacionales de Empleos (que se convertirán más tarde en la Federación de los Sindicatos). Y por otra parte, las organizaciones horizontales, agrupadas a nivel local (distintas profesiones juntas), en las Bolsas del Trabajo (en 1892 convertidas en las Federaciones de las Bolsas del Trabajo). Entre 1895 y 1902, nace un sindicato, la Confederación General del Trabajo (CGT), que se compone de dos secciones (la Federación de las Bolsas de Trabajo y la Federación de los Sindicatos).

Citas:

  • 87 - Jan Cap, In naam van mijn klasse (Au nom de ma classe). Berchem, Editions EPO, p. 150.

  • 88 - K.Marx, « Instructions sur diverses questions aux délégués du conseil central provisoire », [août 1866] dans Marx et Engels, OEuvres choisies, Tome II, Editions du progrès, Moscou, 1976, p.83. http://www.marxists.org/francais/marx/works/00/parti/kmpc054.htm.

  • 89 - Neil Millward, John Forth et Alex Bryson, Who calls the tune at work? The impact of trade unions on jobs and pay. York, York Publishing Services, 2001, p. 22.

  • 90 - European Industrial Relations Observatory on-line, Industrial relations in the EU, Japan and USA, 2003-4, p.5 http://www.eiro.eurofound.eu.int/2005/02/feature/tn0502102f.html.

  • 91 - K.Marx, « Instructions sur diverses questions aux délégués du conseil central provisoire », [août 1866] dans Marx et Engels, OEuvres choisies, Tome II, Editions du progrès, Moscou, 1976, p.83-84. http://www.marxists.org/francais/marx/works/00/parti/kmpc054.htm.

  • 92 - Peter Mertens, Vakbondsvernieuwing Made in England. Arthur Scargill brengt historische syndicale conferentie bijeen in Londen. Solidaire (1228) n°18, 29 avril 1998, p. 14.

  • 93 - V.I. Lenin, www.marxists.org, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.

  • 94 - V.I. Lenin, www.marxists.org, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.

  • 95 - Jan Cap, In naam van mijn klasse. Berchem, Uitgeverij EPO, s.a., p. 150.

  • 96 - Résolution du Comité central du PTB, 10 août 2002, point 31. Ce point de vue a été inséré dans la Résolution par l’ex-secrétaire générale Nadine Rosa-Rosso. C’est toutefois le Comité central qui a approuvé le point de vue. Lors de sa session du 2 juillet 2005, le Comité central a émis une vive (auto)critique concernant cette stratégie de rupture vis-à-vis des syndicats existants et ce, dans le document intitulé « La stratégie syndicale ».

  • 97 - V.I. Lenin, www.marxists.org, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo..

  • 98 - V.I. Lenin, www.marxists.org, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo..

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