Por Sergio Mario Guilli (1)
La derrota del candidato correista Andrés Arauz por el banquero neoliberal Guillermo Lasso nos sirve de duro aprendizaje para las fuerzas populares acerca de los elementos a tener en cuenta en el manejo de la comunicación electoral y específicamente, de las redes sociales.
Es fundamental no subestimar el poder de demolición de la derecha: el imperialismo juega a dividir a los pueblos y ponerlos contra los movimientos populares, usan el antichavismo, antikirchnerismo, antievismo y en este caso, el anticorreismo. El bombardeo mediático, la proscripción y encarcelamiento de dirigentes tuvo su efecto y Arauz parece haberse refugiado en la identidad, mostrando una campaña ligada a la figura de Correa.
En primera vuelta hubo denuncias de fraude por parte del candidato Yaku Pérez, un cuadro de la derecha con ropajes originarios. Con un consejo electoral en manos de anticorreistas, el establishment parece haber calculado que podía remontar con Lasso el 32,7 a 19,7% que favorecía a Arauz.
La derecha tuvo un excelente conductor de campaña, el ecuatoriano Jaime Duran Barba, quien ya había capitaneado los equipos de Mauricio Macri en Argentina. Sus reflexiones pueden causarnos malestar, pero es hábil y efectivo. En “El arte de ganar. Cómo usar el ataque en campañas electorales exitosas”, Durán Barba sostiene con desparpajo “El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno… Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice ‘no me interesa la política’… El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad…” Durán Barba explica que “Guillermo Lasso protagonizó una campaña juvenil, disruptiva, incluyente, plena de sentido del humor, que era en sí misma una ruptura con la política del pasado” y agrega “En un país dividido desde hace años por el odio y la persecución, repitió una y otra vez que no iba a perseguir a nadie, que pretendía construir un país en base al encuentro de todos los ecuatorianos”. Es decir, la oligarquía jugó a la trampa de la división, Arauz quedó atrapado de un lado de la grieta y Lasso se mostró “por encima de las divisiones”.
Las primeras encuestas daban a un Lasso 20% debajo de su competidor; en el esprint final remontó 25 puntos. Ambos candidatos carecían de propuesta comunicacional atractiva para los jóvenes en redes durante la primera vuelta, pero el banquero tomó medidas. Pese a que había dicho que no lo verían por Tik Tok, desembarcó en esa red anunciando al ritmo de Bad de Michael Jackson su paso al ballotage. Las noticias falsas arreciaron en los medios masivos: a Arauz se lo acusó de “aliado del ELN colombiano”. Un ejército de trolls tomaron las redes, #Desdolarauz fue el hashtag con el que agitaban el temor a que el país saliera del dólar de la mano del candidato progresista.
El trabajo del imperialismo con sus ONG’s sobre el movimiento originario fue otro factor fundamental. Ya Correa había denunciado las cuantiosas remesas de dinero que recibían de los países centrales las ONG’s que disfrazaron de ecologismo la oposición al gobierno popular. Sobre esa base se motorizó la candidatura de Yaku Pérez. Por cierto que luego, como sucedió con otras cuñas que logró meter el imperialismo en nuestros pueblos, jugó al voto nulo, que llegó a un histórico 16,33 %. Por su parte, Arauz no pudo saltar de su nicho electoral realizado ofertas positivas para el indigenismo, que había captado electorado de centroizquierda.
(1) Director de la Escuela Latinoamericana de Formación Hombre Nuevo - Mujer Nueva (ELAF) - elaflatinoamerica@gmail.com.
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