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El renacimiento antimperialista de la CELAC

El renacimiento de la CELAC gracias al empuje antimperialista de México y a la resistencia del bloque ALBA no tiene sólo una lectura geopolítica.

Por José A. Egido.

Merece un análisis sobre la recomposición de las alianzas de clase que se están produciendo en cada país y en su conjunto a la luz de un evento mayor como es el enfrentamiento de todos los pueblos, independientemente de la orientación de su gobierno, con el hegemonismo imperialista, principalmente estadounidense. Los gobiernos de México y Argentina se sostienen en una alianza de fracciones de burguesía nacional, clase media y clase obrera y campesina. En México es más radical el compromiso del proletariado petrolero y manufacturero y del campesinado pobre que se prolonga en el proletariado migrante en los propios EE.UU. que el apoyo que le da la burguesía nacional, aun influenciada por el neoliberalismo. En Argentina el gobierno pierde apoyo obrero, campesino y pequeño burgués por la política vacilante de su presidente. Sin duda viene un giro a la izquierda presionado por el peronismo popular más radical que sigue a la vicepresidenta Cristina. En el Perú se está fraguando la misma alianza campesina indígena, minera y obrera que es la base del gobierno masista de Bolivia en una aceleración de su toma de conciencia y en alianza con sectores medios urbanos en defensa del gobierno de Castillo.


Emerge una alianza transfronteriza andina de campesinos y obreros indígenas que hace temblar a los gobiernos de Quito y Bogotá y oligarquías de Perú y Bolivia. La reivindicación demagógica de “unionismo regional” en México del presidente Lasso es su forma de contener la oposición campesina de su país. Venezuela representa la capacidad de resistencia en las más duras condiciones del proletariado petrolero, petroquímico, eléctrico, manufacturero y de la administración pública, junto con el campesinado, los pobladores de los barrios y la clase media patriótica.


Su determinación antimperialista estimula la voluntad de combate de todos los pueblos de México a la Patagonia y está en el corazón del éxito político de la cumbre de la CELAC y de las importantes luchas que en Colombia, Chile y Bolivia han debilitado el “Grupo de Lima” y las posiciones imperialistas en la región. La resistencia campesina dirigida por el sandinismo estimula las posiciones patriotas de Honduras y de toda Centroamérica en respaldo al proyecto antimperialista. Por supuesto la movilización de la mayoría obrera, campesina, profesional y estudiantil en apoyo al Partido Comunista de Cuba asaltado por el imperialismo es el faro de referencia que estimula la voluntad de pasar a la ofensiva de los sectores populares de México, Caribe, Argentina, Colombia, Perú,.. El claro perfil clasista de líderes políticos como Maduro, Pedro Castillo, Lula y Evo Morales, favorece la toma de conciencia política de las masas obreras y campesinas, aunque por motivo de la crisis económica derivada de la pandemia no siempre se expresen en grandes movilizaciones callejeras. En la clase trabajadora de Brasil crece la determinación de derrotar en las urnas al presidente neofascista e integrar el proceso unionista regional. Sin duda las oligarquías están coordinando sus políticas con el Departamento de Estado mientras recurren a todos los medios a su alcance: acoso internacional contra Nicaragua, Venezuela y Cuba, intentar sabotear la negociación del gobierno venezolano con la oposición, someter a los gobiernos de México y Perú a toda la presión posible, sostener los gobiernos oligárquicos que subsisten en Colombia, Ecuador, Paraguay, Guatemala, Panamá, Brasil y Uruguay. Esta clase antinacional está conducida por un “sentimiento de clase” más consciente en ocasiones que el de la propia clase obrera y campesina. Vienen días gloriosos de lucha para la unidad de las clases populares y los Estados latinoamericanos y caribeños.

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