Compartimos con ustedes un análisis a pedido, elaborado por nuestro camarada Ross, miembro del Círculo del Pensamiento Leninista de Argentina, en respuesta a las posiciones izquierdistas del comunista griego, Nikos Mottas.
* por Rodrigo Ross.
Como si nada hubiera cambiado en más de cien años, hay debates dentro del movimiento comunista que no envejecen y lucen el mismo aspecto que a inicios del siglo XX. Como una ironía de la historia, escritos clásicos del marxismo gozan aún de vigencia, no porque se traten de “verdades eternas” sino porque hay quienes insisten en contrariarlos repitiendo viejos errores.
Lenin, en su gran obra La enfermedad infantil del “izquierdismo”, decía “es triste ver como personas que indudablemente se consideran marxistas y quieren serlo han olvidado las verdades fundamentales del marxismo”. Los destinatarios de la lapidaria crítica leninista eran los comunistas alemanes de 1920, quienes rechazaban la actividad parlamentaria y la política de alianzas empleando fraseología ultrarrevolucionaria.
Hoy, en una época completamente diferente, análogas posturas son reeditadas por los izquierdistas contemporáneos. Así, por ejemplo, encontramos un crítico que en un artículo publicado en In defense of communism, reprueba la estrategia de los partidos comunistas de integrar gobiernos burgueses. Según él, el Partido Comunista de Portugal obtuvo un pobre 4,4% en las elecciones parlamentarias de este año —un 2% menos que en las de 2019— como consecuencia de haber participado anteriormente en el gobierno de los socialdemócratas. La acusación la extiende al Partido Comunista de Bohemia y Moravia y también reprocha y augura fracasos al Partido Comunista de Chile por respaldar a Boric e integrar su gobierno.
De acuerdo a este crítico, la decadencia de los partidos mencionados se debe a la “tentación” de participar en gobiernos burgueses —contradicción insalvable que conduce a los comunistas al pecado del reformismo— y para esto invoca a Lenin y algunas ideas descontextualizadas del libro El Estado y la revolución. Sin embargo el genio de la Revolución de Octubre opinaba de manera muy diferente: “las personas ingenuas y totalmente inexpertas se figuran que basta admitir los compromisos en general para que desaparezca toda línea divisoria entre el oportunismo, contra el que sostenemos y debemos sostener una lucha intransigente, y el marxismo revolucionario o comunismo”1.
Respondiendo a los izquierdistas de Fráncfort que rechazaban invariablemente todo compromiso y conciliación con otros partidos, decía Lenin “¡es sorprendente que, con semejantes ideas, esos izquierdistas no condenen categóricamente el bolchevismo! ¡no es posible que los izquierdistas alemanes ignoren que toda la historia del bolchevismo, antes y después de la revolución de Octubre, está llena de casos de maniobra, de acuerdos y de compromisos con otros partidos, incluidos los partidos burgueses!”.
En efecto Lenin y los bolcheviques sostuvieron una lucha tenaz contra el oportunismo y el reformismo en el seno del movimiento obrero, contra la revisión bernsteniana primero y la kautskiana después. Nunca depositaron esperanzas en la posibilidad de llegar a establecer el régimen socialista por la vía parlamentaria, sin la feroz resistencia de la burguesía, pero en modo alguno propugnaron —como los fundamentalistas infantiles de ayer y de hoy— el abandono de ningún medio de lucha. El parlamento para Lenin era una tribuna que los comunistas estaban obligados a utilizar como medio de propaganda, incluso cuando solo sirviera para demostrar a la clase obrera que tal lugar inútil para conseguir el objetivo revolucionario.
Paradójicamente N. Mottas, en su extraña interpretación del “leninismo”, mientras condena el fracaso electoral del PCP y PCBM por el compromiso con gobiernos burgueses, alaba y eleva como ejemplo para todo el movimiento comunista al Partido Comunista de Grecia por su no participación en el gobierno progresista de SYRIZA. Pero si nos atenemos a los resultados electorales nos encontramos que el PC griego, desde la soledad y pureza sin compromisos, obtuvo en las elecciones de 2019 un 5,30%. ¿Acaso constituye un éxito comparado con el PC portugués que en ese mismo año obtuvo el 6,33%?
Así, resulta evidente que el progreso o el retroceso electoral de estos partidos no está necesariamente vinculado a su política de compromisos y alianzas con partidos no marxistas. La causa de este fenómeno deberá buscarse en otra parte y la fútil tesis del crítico rechazarse por carecer de fundamentos sólidos.
Pero hay algo más, Mottas agrega que “el problema radica en la estrategia de las “etapas” que ven al socialismo como una visión lejana, casi invisible, y no como una necesidad puntual. Esta estrategia errónea lleva a los Partidos Comunistas a dejar de lado la lucha por el derrocamiento del capitalismo y buscar formas de reformar el sistema explotador”2. Para esto podemos recordar las palabras F. Engels caracterizando a los blanquistas: “¡Qué pueril ingenuidad la de presentar la propia impaciencia como argumento teórico!”3.
Es, cuanto menos, curioso que una acusación tan grave provenga de alguien que se autopercibe como marxista-leninista, contrariando los principios más elementales de tal doctrina. Más aún cuando se lanza contra los partidos comunistas, en general, como si estos constituyeran un todo indivisible. Podemos preguntar al implacable izquierdista si considera, acaso, como los trotskistas y mencheviques de antaño, una traición de Lenin haber caracterizado a la revolución rusa en dos etapas: “La marcha de la revolución ha confirmado la certidumbre de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de ‘todos’ los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra lo medieval (y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrática burguesa). Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados, contra el capitalismo, incluidos los ricachos del campo, los kulaks y los especuladores, y, en este sentido, la revolución se convierte en socialista”4. Sin mencionar ya el periodo de la NEP, cuando el PC (b) decidió establecer temporalmente el capitalismo a fin de conseguir el necesario desarrollo de las fuerzas productivas en la atrasada Rusia.
Por tanto, el principismo vulgar, desconectado de la realidad, es una variedad de “revisionismo” en tanto que deforma la esencia creadora del comunismo científico. El marxismo-leninismo enseña que siempre debe realizarse un análisis concreto de la situación concreta. Decretar la validez o inutilidad de una táctica, estrategia o medio de lucha, in abstracto, sin considerar las peculiaridades y características específicas de cada caso y en cada país concreto constituye una severa negación de la dialéctica marxista.
Notas:
V. I. Lenin. Obras Completas, t xxxi, p. 64. Ed. Cartago, 1960.
N. Mottas. La participación de los partidos comunistas en los gobiernos burgueses es una estrategia errónea. In Defense of communism, 2022.
F. Engels. Programa de los comunistas blanquistas. Volksstaat 1874, núm. 73.
V. I. Lenin. Obras escogidas en tres tomos, p. 123. Ed. Progreso, Moscú, 1981.
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