Por Aleksandr Duguin.
LA PRIMERA ETAPA DEL COLAPSO: EL DEBILITAMIENTO DE LA INFLUENCIA SOVIÉTICA EN EL MOVIMIENTO DE IZQUIEDA GLOBAL
El colapso de la URSS tuvo lugar en pocas etapas. La primera etapa se caracterizó por un debilitamiento de la influencia de la URSS en otros países: África, América Latina y Europa Occidental (donde bajo la bandera del “Eurocomunismo”, una reorientación de los PP.CC y de izquierda alejada de la Unión Soviética hacia políticas pequeñoburguesa había comenzado).
Esto ya había comenzado en 1970 y alcanzó su apogeo en 1980. En este periodo la campaña de denuncia contra la “represión de Stalin” y el “régimen totalitario soviético”, alcanzó su pico, e incluso círculos políticos de izquierda prefirieron amoldarse a este criterio para mantenerse políticamente correctos.
En 1980, especialmente luego de que Gobachev llegara al poder, Moscú no solo no trató de oponer algo a estas tendencias, sino que adoptó y gradualmente comenzó a repetir las críticas hacia el Stalinismo y, luego, hacia el Leninismo, socavando los cimientos de la histórica autoconciencia soviética.
En lugar de fortalecer su influencia en el movimiento de izquierda de acuerdo a sus intereses geopolíticos, la URSS adoptó dichos clichés de propaganda que han sido implantados en su movimiento por los pro-capitalistas, poderes burgueses interesados solamente en debilitar la Civilización de la Tierra (Land Civilization) y fortalecer la Civilización del Mar.
Los representantes de la 4ta Internacional, los trotskistas, jugaron un rol especial en esto. Ya siendo oponentes radicales de Stalin y de su política de Construcción del Socialismo en un solo país (1920-1930), los trotskistas hicieron de la URSS su principal enemigo, y en esta pelea contra la URSS se unieron en solidaridad con cualquier poder que pudieran, incluyendo aquellas consideradas por ellos como “enemigos de clase”. El odio hacia la URSS y Stalin se volvió la característica principal del trotskismo y llevó a varios de sus representantes a posicionarse en el campo liberal, y a ocupar los rangos de los más consistentes y radicales Atlantistas. Estos grupos contribuyeron duramente en desgarrar a la izquierda internacional y, más importante, al Movimiento Comunista Internacional, a comienzos de la década de 1970.
Debido a estos procesos, la red de influencia de la URSS en los países fuera del control directo soviético fue socavada, debilitada, y parcialmente removida del control coordinado de Moscú.
En otros casos, el mismo efecto fue provocado por las políticas inflexibles de la URSS hacia diversas fuerzas ideológicas en los países del Tercer Mundo (en particular, en África y los países islámicos) donde había una oposición real a la influencia estadounidense y europea occidental, pero donde históricamente no existían condiciones previas para un movimiento socialista en toda regla. Una de las locuras evidentes fue Afganistán, donde la URSS apostó solo por el comunista, ignorando los numerosos grupos nacionales y religiosos que, en diferentes condiciones, podrían haber sido aliados de la URSS en su rechazo al americanismo y al capitalismo liberal. Así, hacia fines de la década de 1980, la zona de mayor influencia soviética en el mundo comenzó a desmoronarse gradualmente.
Geopolíticamente, esto socavó la estructura global de la influencia del Heartland, que en la época de la "Guerra Fría" logró trasladar su lucha con la civilización del Mar a la periferia del continente euroasiático, o en conjunto más allá de sus fronteras.
Fuente: Last war of the world-island: The Geopolitics of Contemporary Russia – Alexander Dugin. Ed Arktos.
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