En conmemoración de la vida y obra de Victorio Codovilla compartimos el siguiente artículo de su autoría.
Por Victorio Codovilla.
CONDICIONES QUE DEBE REUNIR UN DIRIGENTE DE TIPO STALINISTA
Para ello, es preciso tener en cuenta siempre la máxima stalinista, o sea, que: “…para llevar a la práctica una línea política acertada se necesitan hombres que comprendan la línea política del Partido, que la conciban como una línea propia, que estén dispuestos a realizarla en la práctica, que sepan hacerlo y sean capaces de hacerse responsables de ella, de defenderla y de luchar por ella.”
Para daros un ejemplo de lo que debe entenderse por cuadro stalinista, permitidme que os recuerde el caso del gran dirigente comunista español José Díaz, a través de un párrafo de mi folleto “José Díaz, ejemplo de dirigente obrero y popular de la época staliniana”, que escribí con motivo de su muerte, párrafo que creo lo caracteriza acertadamente:
“Los rasgos sobresalientes de José Díaz, de ese obrero sevillano educado en el Partido de los comunistas, son los de un Jefe obrero y popular de extraordinaria inteligencia, de gran sensibilidad política, con sólidos conocimientos teóricos adquiridos por el estudio y en el fragor del combate, dotado de un espíritu práctico y realizador, de una capacidad de organización demostrada en todos los terrenos: económico, político, social y militar; todo lo cual, unido a una modestia innata y a un hondo sentimiento de compañerismo, determinaba en cuantos tuvieron la suerte de conocerle, admiración y cariño personal, y respeto y adhesión a la causa por él defendida.
“José Díaz representa un nuevo tipo de dirigente, propio de la época stalinista. Fue un dirigente proletario y popular de nuevo tipo, que sólo ha podido y puede surgir y desarrollarse rápidamente en una época en que, gracias a la asimilación de la teoría marxista-leninista y de las experiencias vivas teórico-prácticas del stalinismo, el Partido de vanguardia de la clase obrara está en condiciones de elevar el grado de conciencia y la madurez política del proletariado a una altura que le permite compenetrarse hondamente de su misión histórica como abanderado, organizador y dirigente de la lucha en defensa de los intereses vitales de todo el pueblo y de toda la Nación.
“José Díaz se formó como jefe proletario y popular en la escuela de esas grandes batallas históricas libradas por el pueblo español contra la reacción y el fascismo. Enseñó y aprendió de las masas. Asimiló hondamente lo fundamental de la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin, y, sobre todo, las enseñanzas contemporáneas del stalinismo, y se esforzó por llevarlas a la práctica teniendo en cuenta las condiciones específicas de España. Díaz no fue un “devorador” de libros; pero estudió metódica y perseverantemente, y asimiló lo esencial de la teoría marxista-leninista. Se posesionó a fondo y aplicó consecuentemente el principio staliniano de que “la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica revolucionaria, exactamente del mismo modo que la práctica es ciega si la teoría revolucionaria no alumbra su camino>> (Stalin). Por eso, se dedicó con tesón y entusiasmo a la movilización y organización de la clase obrera, de las masas campesinas, de la población laboriosa, con el propósito de unir a todo el pueblo en la lucha común por la defensa de sus intereses inmediatos de carácter económico, político y social, esforzándose por orientar siempre la lucha hacia su objetivo central. Comprendía que solamente procediendo así, se podía llegar a asegurar la tierra, el pan, el trabajo bien remunerado, la cultura y el bienestar a su pueblo, y la libertad y la independencia de la nación.
“Díaz no era un gran orador tal como lo concebía la tradición política española, un orador tal como lo concebía la tradición política española, un orador que hacía discursos “bellos de forma”, uno de esos oradores que, según Stalin, hablan “sobre todo y sobre nada”. Él hablaba siempre sobre algo, sobre cuestiones concretas y sobre asuntos candentes que preocupaban a la clase obrera y al pueblo, y lo hacía utilizando palabras claras y sencillas, sin frases rebuscadas. Con la misma sencillez con que hablaba en sus conversaciones con los obreros, hablaba desde la tribuna pública o desde la tribuna parlamentaria. Sin embargo, sus argumentos eran tan convincentes que producían un entusiasmo delirante en el público obrero y popular que lo escuchaba. Y es que los obreros, la gente sencilla del pueblo, tenían en Pepe Díaz su portavoz, lo consideraban como su hermano de sufrimientos y de lucha.
Carne de su carne y sangre de su sangre, que hablaba como ellos lo querían y como ellos lo sentían.”
Por eso, la clase obrera y el pueblo español querían entrañablemente a su jefe, José Díaz, y guardan de él un recuerdo imperecedero.
Este es el tipo de dirigente que necesita nuestro Partido a fin de poder jugar a fondo su papel histórico.
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