* por Sergio Rodriguez Gelfenstein.
En medio de la polémica que se generó (sobre todo en la opinión pública de Estados Unidos, Europa y Japón) tras la reunión del Comité Central del Partido Comunista de China para Asuntos Financieros y Económicos realizada el mes pasado, el gobierno chino se apresuró a dejar sentada su opinión con claridad.
En tanto la media occidental se desgañitaba vociferando acerca de que las medidas regulatorias propuestas por el partido comunista, calificadas como “represivas” para las empresas, el vice primer ministro chino, Liu He, aseguró el pasado lunes 6 que el gobierno dará un apoyo firme y sin cambios al sector privado del país, enviando de esa manera una señal de tranquilidad para las empresas al mismo tiempo que transmitía la decisión del Estado de generar beneficios a largo plazo al desarrollo de la industria, así como el bienestar del pueblo en general.
Liu afirmó que: "La política de China para apoyar al sector privado no ha cambiado y no cambiará en el futuro", recordando que, en el pasado, el gobierno chino había ayudado al sector privado a jugar un papel más determinante en “la estabilización del crecimiento y el empleo, el ajuste de las estructuras y el fomento de la innovación”, resaltando la importancia de proteger la competencia leal y oponerse a los monopolios para desarrollar aún más la economía digital.
Pero advirtió que las empresas deben adherirse a la dirección de la reforma socialista de la economía de mercado, persistiendo en la apertura al exterior a fin de dar continuidad al sistema económico básico de la etapa primaria del socialismo.
Las palabras del vice primer ministro comunicaron una voz de autoridad y llegaron en un momento crítico cuando desde Occidente se hacían toda clase de interpretaciones malignas y difamatorias de las decisiones del gobierno chino en materia de política económica, a partir de una mirada que se hace desde la perspectiva occidental de búsqueda del lucro y la ganancia dentro del capitalismo, en el que el Estado es un mero regulador y administrador de los intereses de las grandes empresas subordinando el bien común al del provecho de un sector minoritario de la sociedad. Liu aseveró que se prevé construir un entorno justo y prometedor para la industria, toda vez que los subsidios para las pequeñas empresas emergentes no han desaparecido a pesar de las estrictas medidas impuestas a los principales gigantes de la industria.
En este sentido, es importante conocer el apoyo que el gobierno ha dado a los pequeños actores económicos que se manifiesta en el hecho de que al finalizar el mes de julio se han establecido 13,94 millones de nuevas entidades de mercado en todo el país, recuperándose a niveles anteriores a la epidemia, según la Administración Estatal de Regulación del Mercado (SAMR), la principal instancia china en ese ámbito. Todo ello en el marco de un gran esfuerzo a favor del fortalecimiento de la supervisión y el control de las leyes antimonopolio, la lucha contra la competencia desleal y la prevención de la expansión desordenada del capital.
En este contexto Wei Jianguo, ex viceministro de comercio chino, en una entrevista con el periódico Global Times ese mismo lunes 6 de septiembre, opinó que era comprensible que algunos medios de comunicación extranjeros no entiendan o incluso malinterpreten lo que está ocurriendo en China, ya que el país ha tomado la decisión de avanzar por un camino novedoso, que nunca se ha intentado en otra parte del mundo, y lo está haciendo a partir de criterios propios.
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