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China-EEUU: Guerra comercial, el iceberg deuna transición civilizatoria

* por Rubén Darío Guzzetti (*)

La actual Guerra Comercial (GC) es un fenómeno de la época, impulsada por un imperio en creciente debilitamiento que apela a métodos reñidos con el derecho internacional y la democracia representativa para intentar recuperar posiciones. Es solamente la parte visible de una disputa por las nuevas reglas que regirán las relaciones entre los estados en lo que resta del siglo XXI.


La GC es forzada por EEUU contra un país que se ha convertido en la segunda economía mundial, que brega por un mundo multipolar y se presenta como un desafío para la hegemonía del imperio americano.


Los primeros contactos oficiales se producen inmediatamente después de finalizada la primera «Guerra del Opio» (1839-1842). Gran Bretaña había impuesto a la dinastía Qing una guerra para abrir los mercados. El fin de esa guerra se sella con el Tratado de Nanjing. Varias potencias europeas se sumaron con entusiasmo para repartirse el botín. Así Francia, Portugal, Holanda y Rusia obtuvieron tratados donde China hacía concesiones territoriales, derechos de navegación, administración de puertos, limitación de impuestos aduaneros, etc. En esa oportunidad China debe ceder Macao a los portugueses y Hong Kong al control británico. También EEUU aprovecha la oportunidad y logra firmar el tratado de Wang-hea (nombre de la Aldea donde se selló el tratado) de «Paz, Amistad y Comercio», en el mismo se fijaban límites a los aranceles que podía cobrar China, a EEUU se le permitía comprar terrenos en 5 puertos sobre el río Yang tsé y se le otorgaba derechos de extraterritorialidad. Se firmó el 3 de julio de 1844 y estuvo vigente hasta 1943. Se iniciaba el largo siglo de la «humillación» (1839-1949). Luego, después de la segunda Guerra del Opio cientos de miles de ciudadanos chinos fueron trasladados a varios países como esclavos. En EEUU fueron la base de la mano de obra que construyó el tendido del ferrocarril del oeste.


Más tarde, en el siglo XX el gobierno estadounidense dio apoyo logístico a las fuerzas de Chiang Kai Shek en la guerra civil, una vez derrotado el Kuomintang (Nacionalista) le proporciona cobertura para poderse instalar en Taiwán en 1949. En esa oportunidad el gobierno de EEUU se ve tentado a invadir China para ahogar la revolución en la cuna. Desiste por la formidable predisposición a la lucha del pueblo y del Partido Comunista (PCCh), y porque ese año la URSS había logrado obtener el arma nuclear.


Pero la intención de la élite gobernante en EEUU era ahogar la Revolución Popular antes de que pueda comenzar a dar sus primeros pasos. Interviene en el conflicto coreano con la intención de cercar a China y, si era posible, derrocar al gobierno. La dirigencia del PCCh comprende el juego y a pesar de contar con un pueblo y ejercito exhaustos debido a 30 años de guerra civil y de liberación contra el invasor japonés decide socorrer a las fuerzas revolucionarias coreanas, evitando que las tropas estadounidenses se instalen en su frontera.


A fines de la década del 50 del siglo pasado comienza el distanciamiento entre la URSS y la RPCh. Se iniciaba una nueva etapa en la relación sino-estadounidense. Se producen los primeros contactos diplomáticos y en 1971 comienzan los viajes del Secretario de Estado Henry Kissinger, enviado del presidente Richard Nixon. China intentaba ocupar el rol de tercero en discordia. Mao sabía que tenía margen para moverse y que ninguna de las dos grandes potencias iba a permitir que la otra agrediera a China. Por otra parte, un sector de la dirigencia China comenzaba a observar el proceso soviético y estaba decidida a no seguir la misma experiencia basada en una ortodoxa economía planificada. Necesitaba adquirir el desarrollo tecnológico de occidente y esta era una oportunidad.


Mientras el gobierno de Nixon atravesaba un trance difícil, retrocediendo en la guerra contra Vietnam, caída de la tasa de ganancia de los grandes monopolios multinacionales y fin de la convertibilidad del oro-dólar. Los EEUU, tentado por una mano de obra enorme y barata, y buscando colocar una cuña entre la URSS y China para debilitar un posible bloque comunista, se lanza a establecer relaciones. De esta manera China continental es reconocida en la ONU, logra un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, EEUU reconoce la existencia de una sola China y a la RPCh y comienzan las conversaciones para avanzar en los intercambios comerciales y apertura de sedes diplomáticas. Se abren consulados en ambos países. En 1976 mueren Mao y Zhou En Lai. A los pocos meses una vez derrotada definitivamente la banda de los cuatro surge como primera figura en el escenario chino Deng Xiaoping. En octubre de 1978 presenta ante los delegados al tercer pleno del XI Comité Central el programa denominado de Reforma y Apertura que iba a marcar el eje de la política, interior y exterior, de la RPCh hasta nuestros días.


Aparecen las primeras leyes y decisiones audaces. Primeras 4 ZEE (Zonas Económicas Especiales), enclaves sobre la costa este del Océano Pacífico donde regirían leyes especiales para permitir el ingreso de capitales extranjeros. En 1979 se permite la formación de las empresas con capitales mixtos.


Comienza una etapa de cooperación entre la RPCh y las potencias occidentales. Se instalan en el país oriental multinacionales japonesas, alemanas y estadounidenses.


Se ponía en marcha la denominada «Economía Socialista de Mercado, economía mixta con control político del Estado.


Las empresas extranjeras sobreexplotan a dos generaciones de trabajadores chinos. Pagaban salarios de hambre y tenían leyes muy permisivas. Pero el sacrificio no fue en vano. El politburó había establecido ciertas reglas de juego: los dividendos de las empresas debían ser compartidas en partes iguales y el gobierno chino tendría la facultad de ubicar en el proceso productivo técnicos e ingenieros chinos los cuales fueron aprendiendo la técnica, a su vez cientos de pequeñas EPA (Empresas de Aldeas y Pueblos) fueron haciendo su experiencia como proveedoras de esas empresas transnacionales. Con enorme esfuerzo e inversiones en educación e investigación científica se fue conformando una masa crítica que más tarde permitiría un desarrollo propio. Se pusieron en marcha una enorme cantidad de medidas y programas como el programa «Centella» en el área rural en 1986, el programa «863» de promoción de alta tecnología, en 1988 se inaugura el primer parque científico en Zhonggguancun similar a Silicón Valley, también en 1988 el programa «Antorcha» de ciencia y tecnología, en 1990 el de «Difusión» y en 1992 «Ascenso» ambos programas para fomentar el desarrollo científico. Paralelamente los salarios y las condiciones de vida fueron mejorando dando lugar a la conformación de un poderoso mercado interno que volvió a potenciar la seducción de las empresas extranjeras. La RPCh ingresa al FMI en 1985.


Luego de transitar un extenso período de 16 años, donde predominaron concesiones de parte de la RPCh en cuanto a la apertura de su economía y cierta flexibilización financiera exigida por la Organización Mundial de Comercio (OMC), ingresa a este organismo en el año 2001. Este paso es fundacional en el relanzamiento de China como potencia económica mundial. Le da la posibilidad de conectarse con la gran mayoría de los países y desplegar el comercio internacional escalando a las primeras posiciones en el ranking de países de mayor volumen exportador, superando primero a Japón y luego a Alemania. En esa primera década del siglo XXI China se convirtió en el taller del mundo. Luego transitó rápidamente una etapa que fue de productor de manufacturas con bajo valor agregado y calidad precaria a otra donde predominaba la producción de bienes de capital cada vez más sofisticados y con alta tecnología. China se integra en las Cadenas Globales de Valor (CGV) regionales liderando rápidamente el conocido «vuelo de ganso», es decir cuando un país más desarrollado comienza a derivar ciertas partes de un bien final en países menos avanzados y con mano de obra más barata. Así se integraron CGV con Vietnam, Filipinas, Laos, Camboya, etc. Un proceso similar había liderado Japón en las últimas décadas del siglo XX.


Es en ese crecimiento de la influencia China que se producen dos acontecimientos clave que van a significar el encendido de las luces amarillas en la cosmovisión occidental. Ambos ocurren en el mismo tiempo histórico. Producto del estallido de la burbuja inmobiliaria en EEUU estalla la crisis financiera entre 2007-2009, un crecimiento exorbitante del volumen financiero por sobre la economía real de alrededor de 12 veces más. Mientras los bancos centrales del mundo occidental inyectan miles de millones de dólares para socorrer a los grandes bancos (demasiado grandes para caer) China fortalece su mercado interno ayudando a productores y la población volcando 600 mil millones de dólares en su mercado interno. Conclusión China sale fortalecida de la crisis dando un salto de calidad en la influencia comercial, económica y financiera global.


El otro acontecimiento se produce el día 8 del mes 8 del año 2008 a las 8 horas 08 minutos cuando miles de tambores y expresiones de júbilo nacional ponían en marcha los juegos olímpicos de Beijing. China hacía su impactante presentación en la aldea global.


El poder anglosajón venía observando con preocupación el ascenso de China. Es en esos años que termina de convencerse que el sueño de subsumir a la RPCh en su proyecto de dominación era inviable.


Finalizaba, alrededor del 2010- 2012, la etapa de la competencia iniciada en la última década del siglo pasado y se inauguraba el período actual de confrontación entre EEUU y la RPCh. Disputa, cabe aclarar, nunca deseada por la República Popular y que en gran medida es llevada adelante por la impotencia del polo anglosajón.


Primeras manifestaciones de una confrontación de largo aliento


Comenzaba, en esos años (2012), el segundo período presidencial de Barack Obama en EEUU Los organismos de inteligencia y seguridad elaboran el programa conocido como el Pívot Asiático en la era de la «Globalización».


EEUU toma una serie de decisiones económicas y militares para detener el avance chino. Comienzan trabajosas conversaciones con aliados para convencerlos sobre el beneficio de agrupar fuerzas para contener a la RPCh, cercarla y limitar su crecimiento. Esto deriva en los dos tratados de libre comercio, el del Pacífico TTIP y el del Atlántico TPP. En el terreno militar EEUU cambia su estrategia, su prioridad pasa a ser el Mar Meridional de China a donde desplaza el 60 % de su poderío naval, en lugar del Medio Oriente.


Mientras tanto China responde ampliando su comercio internacional, se convertía en esos años en el primer socio comercial de 130 países y comenzaba a desplegar la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda (BRI, Belt and Road Iniciative). Es presentada al mundo por el presidente Xi, en 2013 en Astaná (hoy Nursultàn) capital kazaja y en 2015 anunciando la Ruta Marítima en el parlamento de Indonesia en Yakarta. Para el financiamiento de la iniciativa se crea en marzo del año 2015 el Banco de Inversión para la Infraestructura (AIIB) con 54 socios fundadores, hoy cuenta con más de 100 países. Mientras avanza la estrategia occidental con la aprobación de los respectivos acuerdos por parte de los parlamentos llega al gobierno Donald Trump. El presidente Obama representaba un conjunto de intereses que propugnaban un gobierno mundial basado en poderosos centros financieros (Wall Street, Londres, Hong Kong, etc.), con la OTAN como fuerza disciplinadora ante posibles «desobedientes», disolviendo gran parte de los Estados Nacionales («fallidos»), balcanizando muchos territorios (ex Yugoslavia, Libia, Irak, Afganistán), apoderándose de los recursos naturales globales poniendo en práctica lo que David Harvey llama «acumulación por desposesión». Estos sectores llamados «Globalistas», venían construyendo su proyecto desde el gobierno de Bill Clinton, luego de la implosión de la URSS. Fueron gestores de organismos internacionales como el G-7, G-8, G.20 y habían logrado derogar la ley GlassSteagall (diciembre del 1999) en el parlamento estadounidense dejándole las manos libres a los grandes capitales financieros para la acumulación legal e ilegal. Dicha ley, sancionada en 1933, prohibía la fusión de la banca de crédito con la de inversión.


En 2017, el nuevo presidente de EEUU plantea una política diferente basada en recuperar el prestigio y poder del gran país del norte con la consigna «American First», lleva adelante una política proteccionista, abandona tanto el TTIP como el TPP y modifica los términos del NAFTA (Acuerdo de libre comercio entre EEUU, Méjico y Canadá), y comienza con una política de creciente confrontación con China esgrimiendo un primer argumento; reducir el déficit comercial de EEUU con la RPCh. El nuevo gobierno de EEUU busca salir al cruce del descenso del país como productor de manufacturas a manos de China. En marzo de 2017 el presidente Xi Jinping visita EEUU y se reúne con Trump en la residencia de éste en Mar-a-Lago. A favor de una buena relación personal todo parecía encaminarse por un sendero de distensión y acuerdos. Pero no fue lo que pasó. Entre 2017 y 2018 mejoraba la economía estadounidense fundamentalmente producto de una mayor inversión interna debido a una reducción de impuestos (del 35% al 21%) a las grandes empresas con el consecuente empobrecimiento de los sectores medios y bajos de la pirámide social, y una enorme masa de dinero girado a EE.UU. (11 Billones de dólares entre 2017 y los primeros 6 meses de 2019, según datos de Jorge Castro). Pero el país no podía reducir una descontrolada deuda interna, el déficit fiscal gigantesco y una balanza comercial altamente negativa de alrededor de USD$ 850 mil millones, de los cuales USD$ 530 mil millones estaban explicados por el déficit con China. En mayo del año 2018 el gobierno de Trump decide iniciar la denominada «Guerra Comercial» aplicando progresivos aranceles a los productos ingresados desde China. Por otro lado, estaba ejecutando una promesa de campaña electoral donde había manifestado la intención de eliminar esa situación desventajosa para la nación.


Guerra Comercial


La política comercial inaugurada en 2017 por Trump no es una sorpresa, fue anunciada en la campaña y lo reafirmó en su discurso de asunción. Según su apreciación la política comercial de los gobiernos anteriores había favorecido a otros países y empobrecido a EEUU haciendo que se pierdan millones de puestos de trabajo y se trasladen industrias a otros destinos. La principal meta de su política comercial era equilibrar la balanza comercial con China, altamente desfavorable, recuperar industrias y empleos. Comenzó subiendo los aranceles de importación para varios productos provenientes de China; paneles solares y lavarropas, le siguieron el hierro y el acero. Si bien esta medida iba dirigida a varios países, el principal afectado era la RPCh. Se concretaron dos reuniones de alto nivel y el país asiático se comprometió a incrementar las compras de productos agropecuarios estadounidenses para reducir la brecha de la balanza comercial. Pero esto no satisfizo a Trump que anunció, en julio de 2018 aranceles de 25% para importaciones chinas por USD$ 34.000 millones. Las respuestas arancelarias chinas fueron mucho menores. Desde ya que en este plano China está en desventaja ya que lo que le compra a EE.UU. es aproximadamente 4,5 veces menor de lo que le vende. Sin embargo, si se analizan las medidas tomadas por el Politburó vemos que fueron muy selectivas y teniendo en cuenta algunos criterios:


1) Que los productos afectados sean de exportación casi exclusiva a China.

2) Que China pueda encontrar un proveedor sustituto fácilmente.

3) Que los productos afectados sean los producidos en las zonas donde el presidente Trump tiene su mayor base electoral (zona centro-oeste, agrícola).


La guerra de aranceles fue escalando hasta que a mediados del año 2019 se comienza a conversar sobre un acuerdo comercial en dos fases. La primera se firma en enero de 2020 y queda suspendida por la pandemia y las elecciones en EEUU.


Acuerdo de Fase 1


El 15 de enero del año 2020 en Washington el presidente Trump y el vice Primer Ministro chino Liu He, ante altas autoridades de ambos países, firmaron el acuerdo comercial de fase 1.


Consta de 9 puntos que abarcan distintas áreas: propiedad intelectual, transferencia de tecnología, agricultura, alimentación, productos farmacéuticos, industria y servicios financieros entre otros.


EEUU se comprometió a reducir los aranceles de 7,5 % al 1,5 % sobre productos chinos por USD$ 110 mil millones que iban a entrar en vigencia el 15 de diciembre. Mantiene el 25 % de aranceles sobre productos por USD$ 250 mil millones.


A su vez la RPCh suspende aranceles a productos norteamericanos por USD$ 75 mil millones que iban a entrar en vigencia en los días siguientes.


La RPCh se compromete a suspender la transferencia forzada de tecnología (acuerdo entre empresas transnacionales y empresas estatales chinas donde se exigía que las primeras dejaran la tecnología).


La RPCh flexibiliza restricciones al ingreso de operaciones financieras.


La RPCh se compromete a llevar las compras de productos a USD$ 200 mil millones en dos años.


En el sector agropecuario la RPCh se compromete pasar de los USD$ 24 mil millones de compra actuales a USD$ 40 mil millones por año, con la posibilidad dealcanzar los 50.000 millones. Este acuerdo sin duda perjudicará las economías de los países emergentes los cuales tendrán que analizar y reformular sus estrategias comerciales con la RPCh, teniendo en cuenta el incremento de compras de productos que compiten con las exportaciones regionales y la desaceleración de la economía China. Otro factor que incidirá en las consecuencias del doble efecto de guerra comercial y crisis pandémica es la caída en el comercio internacional calculada por la CEPAL en 18,5% en el segundo trimestre de 2020.


En base a ese estudio la organización proyectó, para nuestra región, una caída del 23% en las exportaciones y un 25% en las importaciones, para año 2020. Con este acuerdo EEUU logra una parte importante de los objetivos en el camino de conformar una nueva institucionalidad que regule el comercio internacional en sintonía con sus necesidades estratégicas. En esa dirección prácticamente paralizó, desde 2018, la OMC no enviando representantes. Mientras la RPCh gana tiempo, distiende una situación preocupante y apuesta a un mejor posicionamiento hacia el futuro ya que le permite continuar su ascenso sin llegar a un desacoplamiento.


A pesar de los esfuerzos de la administración estadounidense para reducir la brecha en la balanza comercial ésta creció en 2019, si bien el flujo comercial disminuyó en el mismo período. El superávit comercial a favor de China se incrementó un 9,5 % entre agosto de 2019 y el mismo mes de 2020, y de USD$ 53.500 millones en junio de este año pasó a USD$ 63.600 millones en julio.


El acuerdo de fase 2 que contemplaría entre otros aspectos el tema tecnológico se comenzaría a discutir después delaselecciones del 3 de noviembre en EEUU. No pocos observadores dudan que se lleve adelante, dependerá del resultado que arrojen las elecciones y si la fuerza triunfante modificará o no su posición con respecto a la República Popular.


Guerra Financiera


Como es conocido, tanto el dólar como moneda de reserva e intercambio impuesta a partir de Bretton Woods, como el poderío militar, son los dos bastiones que sostienen al imperio estadounidense.


Por lo tanto, mantener el valor y la confianza en esa moneda le garantiza la hegemonía. Dos tercios de los activos de reserva de los bancos centrales en el mundo están en dólares. En abril de 2020 el 44% de las transacciones internacionales se hicieron en dólares y solo un 2% en yuanes. Pero a pesar de los esfuerzos de EEUU para seguir manteniendo el poder de veto en el FMI no pudo evitar que el Renminbi sea reconocido como moneda incorporada a los Derechos Especiales de Giro. Los DEG son activos de reserva internacional creados en la década del 60 por el FMI para complementar las reservas de los bancos centrales.


Uno de los campos en que se disputa el futuro es justamente el financiero-monetario, y adquiere especial importancia.


La RPCh y varios países que plantean un mundo multipolar están haciendo esfuerzos por comerciar en sus propias monedas, tal es el caso de la Federación Rusa y la RPCh. Trabajan para generar nuevas instituciones que regulen un sistema de intercambio basado en una canasta de monedas. China trata de evitar la dependencia del dólar y desarrolla monedas digitales junto a un sistema paralelo al de la Red Internacional de Comunicaciones Financieras entre Bancos y otras Entidades Financieras (SWIFT), contro lada por EEUU que en diciembre de 2018 abarcaba a 11000 entidades financieras de 204 países. A su vez China está en un proceso paulatino de disminución de su stock de bonos del tesoro estadounidense.


Por otro lado, China avanza otorgando SWAPS (intercambio de monedas locales para compras sujeto a intereses solo si se ejecutan, actúan como refuerzo de reservas de los bancos centrales). Ya firmó acuerdos por valor de USD$ 500 mil millones con 35 países. Asimismo, la RPCh está desplegando la iniciativa Chiang Mai (Ciudad del norte de Tailandia), proyecto que centraliza las actividades de los bancos centrales de 30 países asiáticos, bajando considerablemente los intereses de financiación.


Desde hace varios años China es el principal productor y comprador de oro, esta acumulación intenta generar el respaldo suficiente al Renminbi para seguir posicionándolo como una moneda fuerte a nivel internacional. La moneda China fue admitida en 2016 como valor de reserva, pero no convertible sino libremente usable por el FMI, según sus propias resoluciones. También desde 2018 China se convirtió en exportador de capitales.


Por su lado EEUU se prepara para contrarrestar el ascenso chino. Con la intención de modernizar el esquema de financiamiento internacional y en función de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), promulga a finales del año 2017, la orden para crear la denominada Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC), donde en uno de sus párrafos se refiere a que EEUU debe incorporar nuevas herramientas para enfrentar la creciente influencia de China y otras potencias. En enero de este año se puso en marcha la DFC.


El objetivo del nuevo organismo es favorecer la expansión del capital privado estadounidense y salir a competir con China, tanto en América Latina y el Caribe (ALC) como con el proyecto de la BRI. La DFC fusiona dos organismos, uno de crédito y otro de inversión que existían bajo la USAID. Todo este cambio está inscripto en la nueva estrategia del país del norte llamada «América Crece», una actualización de la doctrina Monroe de 1823.


Simultáneamente se produce un proceso de digitalización del papel moneda, en dirección a una única moneda digital mundial. Esta experiencia está comenzando a plasmarse, con éxito, en algunas ciudades chinas. La iniciativa se apoya en un fuerte desarrollo de la informática, con una formidable base de datos (Big Data) y complejos y sofisticados algoritmos que permiten regular y controlar el sistema.


Según una investigación, realizada en la Universidad de Harvard a cargo del economista Kenneth Rogoff, en las próximas décadas el sistema financiero tendrá un cambio estructural por transformaciones que empezaron a introducirse con «el Bitcoin» y siguieron con el anuncio de las monedas digitales de países y el desarrollo acelerado en los medios de pago. Éste es sin duda un terreno central de la disputa planteada entre EE UU y la RPCh.


China es la economía más grande del mundo según la paridad de poder de compra y la segunda en valor de mercado (PBI), pero sigue muy atrás de EEUU.en otros indicadores. De las 500 empresas más grandes 123 son chinas y 106 estadounidenses, pero el volumen de ganancias de estas últimas es superior. Sin embargo, el crecimiento de China en el aspecto económico, comercial y financiero es indiscutible. Entre los 5 bancos más grandes 4 son chinos. El banco ICBC, el más grande del mundo, que desde el año 2012 está en Argentina, tiene presencia en 47 países y cuenta con una capacidad financiera equivalente a 27 veces la de toda Argentina.


China con la moneda digital está desafiando el monopolio del dólar y podría cambiar para siempre la relación entre dinero, poder económico e influencia geopolítica, fundamentalmente porque acabaría con el anonimato del papel moneda posibilitando el rastreo de las operaciones de las élites financieras reduciendo su poder, eliminaría gran parte del parasitismo intermediario financiero, limitaría la existencia de las guaridas fiscales y pondría fin al monopolio de la emisión de dinero.


Cambiar la moneda implicaría un nuevo sistema institucional y un cambio cultural profundo que sostiene al dólar.


Todo este proceso se ha acelerado en el último año como quedó demostrado en los primeros días del mes de octubre de este año cuando la bolsa de la «City de Londres» (la segunda después de Wall Street) decidió aceptar los bonos soberanos de la República Popular en su operatoria.


Guerra Tecnológica digital


Éste es el corazón de la disputa. Por primera vez EEUU tiene un desafío de tamaña magnitud. Hoy China cuestiona el monopolio y la hegemonía en el terreno tecnológico. Es verdad que el Japón lo intentó y fue derrotado en el último cuarto del siglo XX, pero el riesgo que supone hoy China es mucho mayor. La hegemonía se construye en base al poder económico y éste depende del conocimiento y del control de las tecnologías de punta.


El blanco elegido por Washington y operado por Peter Navarro, asesor comercial del presidente, y Robert Lighthizer, representante estadounidense de comercio, dos de los más conspicuos halcones anti chinos, es la exitosa empresa Huawei. Esta empresa que a inicios de los años 90 del siglo pasado solo comerciaba pequeños volúmenes de centrales telefónicas fue fundada por Ren Zhengfei un ex ingeniero del ejército que logró dialogar con el entonces presidente Jiang Zemin. Entre ambos llegan a la conclusión de la necesidad de impulsar la producción y comercialización de componentes para la telecomunicación para fortalecer la soberanía nacional. Hoy la empresa continúa administrada por Ren y controla redes en 170 países ocupando a 194 mil personas.


El gobierno de EEUU acusa a esta empresa de ser una amenaza para la seguridad del país, a pesar de que Huawei ha ofrecido todo tipo de garantías y posibilidades de control (lo que se conoce como ventana trasera), ya que la administración Trump la acusa de suministrar información reservada al Partido Comunista de China. Como parte de esta ofensiva a fines de 2018 el gobierno estadounidense ordenó la detención de la hija de Ren, MengWanzhou, directora financiera de la empresa durante una escala en Canadá. Por otro lado, la acusación se basa en una acumulación de datos para posible espionaje, cosa que empresas como Google o Facebook ya realizan hace varios años. Dos factores explican el crecimiento de Huawei: en primer lugar, el apoyo del estado y además la visión y capacidad de reinversión, el 10% de sus ganancias, en 2019 la cifra invertida alcanzó los USD$ 15 mil millones y para el 2020 están previstos USD$ 20 mil millones.


El Departamento de Comercio prohibió, en agosto de 2019, a las empresas estadounidenses vender chips fabricados en Estados Unidos a Huawei y en mayo modificó una disposición dirigida a la adquisición de semiconductores por parte de Huawei.


El 17 de agosto, el mismo organismo de comercio de EEUU anunció su decisión de exigir que las empresas extranjeras que utilicen tecnología estadounidense obtengan una licencia si planean vender semiconductores a Huawei. Las sanciones también generan preocupaciones en empresas estadounidenses, en 2019 Huawei consumió productos por valor de USD$ 19 mil millones y temen que busque otros proveedores.


Huawei es una empresa en manos de los trabajadores, cuenta con la particularidad de tener dirección rotativa y es actor principal en el desarrollo de la tecnología 5G.


El 60 % de los semi/conductores es fabricado en EEUU, elemento base para la construcción de los chips (circuitos integrados), aunque este país solo consume el 15 %. China es gran importador de ese bien y es uno de sus puntos débiles donde todavía sigue dependiendo de la tecnología de occidente. De todas maneras, esta sanción ha acelerado el desarrollo y fabricación propia.


Otra empresa sancionada es TikTok, el Departamento de Comercio prohibió las descargas de las aplicaciones de esta empresa en EEUU, salvo que sea vendido su paquete accionario a empresas estadounidenses. TikTok tiene 100 millones de usuarios en EEUU y 1000 millones en el mundo, tiene presencia en 150 países y se utiliza en 74 idiomas.


Las negociaciones continúan


La batalla principal se desarrolla alrededor del despliegue de la tecnología 5G (China había logrado al 26 de julio de 2020 un total de 91 contratos para su instalación, aunque todavía ninguno en ALC). Al país que logre la supremacía en esta área le permitirá, no solo tener acceso a la mayor Big Data, sino que, sumado a la regulación de las patentes, conformar las nuevas normas para regular el desarrollo tecnológico del nuevo mundo. Esto es de suma importancia. Las patentes significan regalías. Solo como ejemplo: La empresa Qualcomm (estadounidense) que fue la gran ganadora del sistema 2G obtiene dos tercios de su volumen de negocios de China, mayoritariamente de Huawei.


El control y manejo del 5G permitirá un enorme avance de la inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas (vinculación y coordinación de los equipos en forma digital). Otras empresas figuran en la lista de las sancionadas por Washington: Tencent, ZTE, We Chat, TikTok, entre otras.


La presión de la política estadounidense se hizo sentir en otras latitudes. Logró que el gobierno chileno separara a Huawei de su proyecto de cable Submarino Transpacífico. En la India el primer ministro Narendra Modi estudia la posibilidad de separar a la empresa de las actividades que desarrolla en el país. El Reino Unido en julio pasado les exigió a sus operadores de telefonía móvil que retiren de su red, de aquí a 2027, todos los equipos Huawei. Alemania el único país europeo que no tomó decisión sobre el 5G estudia su posición y promete tenerla a fines del otoño. EEUU ejerce fuerte presión.


El riesgo de un desacople es una preocupación para las empresas de ambos países, Huawei en 2018 compro tecnología a 130 empresas en EEUU que ocupan a 40 mil empleados por USD$ 11 mil millones.


La tendencia es clara, China viene trabajando hace tiempo por lograr la soberanía tecnológica, está cerca de lograrlo y esta guerra desatada por Washington es una oportunidad para lograrla, lo que no significa que con otras políticas de parte de EEUU no se podría llegar a una colaboración constructiva.


3 de noviembre y después


Hacer una prospectiva más allá de la fecha de elecciones en EEUU es entrar en un terreno incierto, pero sí se puede afirmar que en la estrategia estadounidense hay dos ejes inalterables, compartido por los dos partidos políticos mayoritarios: coincidencia en detener a la RPCH y someter absolutamente a ALC como retaguardia del imperio. Ante la crisis interna y el fracaso en varias iniciativas internacionales el gobierno de EEUU decidió tomar a China como chivo expiatorio ante las elecciones culpándola entre otras cosas de ser responsable de la Covid 19.


Algunas conclusiones: tendencias e incertezas


Mientras la ofensiva estadounidense contra la RPCh en el plano comercial es constante y hasta cierto punto negociada, en el de la tecnológica digital es agresiva y excluyente.


El objetivo fundamental de la estrategia estadounidense es detener el desarrollo e influencia de la RPCh.Para eso se concentra en evitar que alcance los postulados del proyecto «Hecho en China 2025», que consta de 10 áreas de importancia: (TICs, aeroespacial, construcción de aviones, ingeniería marítima, equipamiento ferroviario, vehículos de bajo consumo, IA, biomedicina, Big Data, equipamiento agrícola.), y obstaculizar todo lo posible en el avance de la BRI, el mayor proyecto de integración global de los pueblos conocido hasta el momento.


Las medidas punitivas también tienen como perjudicadas a empresas de EEUU como, por ejemplo: Apple que el último año perdió un 5% de rentabilidad, Marriot que cuenta con 30 hoteles en China, pero tenía proyectado 300 más o la empresa Ford que entre 2018 y 2019 bajó sus ventas un 28%.


La pandemia que azota al planeta aceleró todos los procesos económicos, sociales y políticos, el descenso de EE.UU. y el ascenso de China no son la excepción. Mientras la caída del PBI en EEUU se calcula en alrededor del 4%, para este año, China tendrá un índice positivo estimado en 1,2%.


La RPCh es elogiada y tomada como ejemplo por la OMS por cómo se está tratando la Covid 19 en ese país. Las autoridades restringieron el movimiento de los ciudadanos y obligaron a usar mascarillas. Además, China empleó funciones de seguimiento en aplicaciones de Alibaba Group y Tencent para rastrear los contactos de los infectados. Así, antes de entrar en lugares públicos todo el mundo tenía la obligación de mostrar su código de color (rojo, amarillo o verde), que se actualizaba automáticamente analizando los datos personales obtenidos de cámaras CCTV o sistemas de geolocalización.


Como resultado, a principios de marzo China logró reducir significativamente la tasa de incidencia. El día 7 de octubre China había declarado siete casos de coronavirus en su territorio, en esas mismas 24 horas se registraban en EEUU 52.500 casos con una población 4 veces más pequeña.


EEUU considera la política del Partido Comunista y del gobierno de la RPCh como un peligro existencial. Sabe que con el transcurso del tiempo y pandemia de por medio cada vez más sectores populares irán comprendiendo las verdaderas intenciones de cada gobierno y consecuentemente le será más difícil lograr sus objetivos. La Covid transparentó las conductas, mientras China ayudaba con respiradores y elementos sanitarios a decenas de países, el gobierno de EE.UU. compraba toda la producción mundial de Remdesivir, dando una muestra más de egoísmo capitalista.


La lucha de clases ha recrudecido en el mundo. Asistimos a un conflicto que si no fuera por la situación dramática que viven miles de millones de seres humanos y por el riesgo de extinción que vive nuestra especie sería apasionante. No solamente somos testigos y protagonistas de un simple cambio de hegemonía sino de un modo de producción que producirá un crecimiento de las fuerzas productivas nunca visto hasta ahora.


El gran éxito de la RPCh es haber logrado acceder a la tecnología de occidente, sin guerra de por medio (como sostuvo Diego Guelar, ex embajador argentino en la RPCh), y ahora desarrollar su propio conocimiento de punta.


China cambió mano de obra barata y mercado por conocimiento, ahora que los resultados para occidente no son los esperados éste reclama por «robo» de propiedad intelectual.


Dos formas distintas de valorar la vida y de usar la tecnología en beneficio de las personas. Aunque Washington sabe que su poder y el del contrincante han variado, trata de reeditar el escenario de 1980 cuando comenzó a torcerle el brazo al ascenso japonés. En 1986 el gigante Fujitsu anunció su intención de comprar Fairchild Computing la mayor empresa fabricante de semiconductores estadounidense, la administración Reagan lo prohibió. La misma suerte corrió Toshiba que en esos años no pudo seguir vendiendo computadoras en el mercado del país del norte.


La RPCh ha logrado en 40 años construir un entramado multidisciplinario con el mundo occidental que hasta hoy le ha permitido achicar la brecha tecnológica, mejorar la calidad de vida de su pueblo, estar cerca de eliminar la pobreza, tener un desarrollo, e innovación propios y a su vez evitar una confrontación catastrófica. Poderosas empresas transnacionales con casas matrices en occidente tienen fuertes intereses en china, además de estar atraídas por un creciente mercado interno chino que cuenta hoy con aproximadamente 440 millones de consumidores con un ingreso anual de USD$ 45 mil anuales.


La tendencia es favorable para el avance de la RPCh y el proyecto multipolar que impulsa, no obstante, en algunos aspectos todavía está atrasada. Un ejemplo son los investigadores por millón de habitantes, en 1996 contaba con 443 y aunque en 2014 llegaba a 1113, EEUU tenía 3122, Japón 2211 y Corea del Sur 4927.


Dos cosmovisiones, EEUU y China. Objetivos, métodos, trayectoria, cultura, tradiciones, excepcionalidades, diferentes. Para uno la salida es la guerra (de los 244 años de vida el país del norte solo vivió 21 en paz), un respirador artificial para sobrevivir, para el otro la paz es imprescindible para el desarrollo.


La RPCh ofrece un proyecto compartido para los pueblos. EE.UU. conflictos y guerras para luego hacer negocios con la destrucción y la muerte.

 

(*) Integrante del Área de Estudios sobre China del CEFMA. Miembro de IADEG e IDEAL.

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