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9 de mayo, día de la victoria

Actualizado: 18 may 2021

Por Sergio Mario Guilli.

Europa estaba conmocionada por la Gran Revolución Socialista de Octubre del ’17. Los grandes capitales agitaron el terror y las pequeñas burguesías fueron receptivas de esa propaganda. En 1922 asciende Mussolini y el fascismo al poder en Italia y en 1933 Hitler y el nazismo en Alemania. Por cierto que ambos contaron con el fuerte apoyo de los más acaudalados de todo el mundo capitalista. En el caso del nazismo, el apoyo de capitales norteamericanos fue contundente: Ford, General Motors, Bosch, Prescott Bush (abuelo y bisabuelo respectivamente de los presidentes de los EE.UU.), fueron algunos de los personajes y empresas que aportaron a la bestial maquinaria de guerra nazi. La IBM realizó el primer censo racial que fue la base informática para el futuro genocidio.


La URSS había intentado sin éxito pactar con los países capitalistas para aislar a Hitler. Sin alternativa, Stalin firma un tratado de no agresión con el nazismo que le permitiera ganar tiempo para fortalecer y mudar al oriente a su industria bélica.

Rápidamente la Wehrmacht (denominación de las FF.AA. nazis) demostró su capacidad militar desplegando una nueva táctica, la Blitzkrieg, la “Guerra Relámpago”. Esta doctrina demostraba un gran control operacional que permitía una penetración en profundidad en las líneas enemigas desbaratando así toda defensa.

El 22 de junio de 1941 con la invasión al territorio soviético, comienza la Gran Guerra Patria. Había que dejar que los nazifascistas alargaran sus líneas de abastecimiento para ir desgastándolos con guerrillas en los territorios ocupados y sostener una firme línea de defensa en el interior del país.


El punto de inflexión fue la Batalla de Stalingrado, la más cruenta de la historia. Luego de un largo asedio, en febrero del ’43 los soviéticos realizan la contraofensiva. El Ejército Rojo haría uso de “la maskirovka”, el enmascaramiento para ocultar a la Wehrmacht la dirección de sus golpes: una acumulación silenciosa de efectivos al este del Río Don culmina con una maniobra de pinzas que embolsa a las tropas de von Paulus. Amanece la victoria popular.


El segundo punto de inflexión fue la Batalla de Kursk entre julio y agosto del ‘43, aquella en la que confrontaron los armamentos bélicos más poderosos de la historia, en tierra y aire. Tanques Tiger y Panzer avanzan sobre la saliente de Kursk de las líneas soviéticas. Pero los mariscales del Ejército Rojo habían aprendido: con la unidad de ejército y pueblo habían organizado poderosas defensas que frenaron en seco el avance. Pronto los tanques T 34 y T 70 mostrarían su efectividad principalmente en “la batalla de los tanques” en Projorovka, donde se cruzaron las caballerías mecanizadas de ambos bandos.


Una nueva maskirovka acelera la contraofensiva: se simula el avance por Ucrania pero el golpe se da por los pantanos de Bielorrusia. Era la Operación Bagration, ahora el que avanzaba impetuosamente era el Ejército Rojo. Las Operaciones en Profundidad de los soviéticos consistían en desgastar todo el frente de la Wehrmacht con un gran sacrificio de la infantería, para penetrar en profundidad donde las defensas cedieran. La ofensiva no paró hasta Berlín, logrando la rendición nazi entre los días 8 y 9 de 1945, según donde se festejara.


En palabras de Fidel “Los 27 millones de soviéticos que murieron en la Gran Guerra Patria, lo hicieron también por la humanidad y por el derecho a pensar y a ser socialistas, ser marxistas-leninistas, ser comunistas, y a salir de la prehistoria”.


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